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Noreña

El Ecce Homo sube hasta cuando baja

La celebración religiosa, que mañana acaba con procesión, gana adeptos, sobre todo en su jornada inaugural

Menchu Cabeza coloca la medalla a una nueva cofrade del Ecce Homo, en Noreña. lucas blanco

"Cada vez hay más gente, sobre todo el día de la bajada del santo". La creciente devoción por el Ecce Homo de Noreña genera unanimidad entre vecinos, organizadores e incondicionales, que a lo largo de estos días apuraban los preparativos para unas celebraciones religiosas que mañana al mediodía culminan con una multitudinaria procesión que devolverá la imagen a su santuario.

Tal es la implicación de los noreñenses con esta celebración que la Cofradía de Jesús Nazareno - Ecce Homo cuenta actualmente con más de 800 cofrades, entre los que se encuentran la última docena de incorporaciones que el pasado miércoles recibió sus medallas bendecidas con motivo de una de las celebraciones de la novena. Entre los nuevos miembros destacó la pequeña Paula Omaña, que se integró en el colectivo a raíz de un ofrecimiento realizado por su madre el año pasado. "Somos habituales de la celebración y, tras hacer una petición el año pasado, decidimos que ella se sumase a la cofradía", explica su madre, Alejandra San José.

Además de esta joven, también se incorporaron otras doce mujeres y dos varones. Los nuevos cofrades a los que se les otorgaron sus respectivas preseas fueron María Dolores Barrado, Ángela Rosa Álvarez, José Manuel Fernández, Vicenta Colunga, Isabel Reguero, Olga Ciurana, Conchita Álvarez, Pilar Cuesta, Carmen Riesgo, José Luis Rodríguez, Marta Elena Caicoya, Lucía Quirós, Pilar Junquera y Paula Iglesias.

Nuevos refuerzos estos para un equipo que se encarga de poner a punto todo para unas celebraciones que se iniciaron con un rotundo éxito el jueves de la pasada semana, pues el traslado de la imagen desde la capilla de La Soledad hasta la iglesia batió todos los récords. "Creo que hubo más gente que nunca este año", explica la hermana mayor de la cofradía, Menchu Cabeza, que desde hace quince años lidera el grupo de personas que cuida al dedillo cada detalle para que todo salga bien. Un cometido que requiere de un trabajo continuado a lo largo de todo el año y que se intensifica en las últimas semanas previas a la celebración. "Nos reunimos cada dos meses para tratar diferentes temas y, aunque trabajamos poco a poco durante todo el año, lo fuerte llega poco antes de la fiesta", explica esta mujer, implicada hasta la médula en que el santo tenga unas celebraciones por todo lo alto.

El buen hacer de la cofradía es acompañado también por los vecinos que, en el caso de la calle del Ecce Homo, tienen bien claro que estos días sus casas tienen que estar engalanadas. Y, si no, que se lo pregunten a Eva Arbesú, que todavía el jueves ultimaba preparativos.

"Antes poníamos las banderas de España, pero hace unos años añadimos las estampas con el Ecce Homo para dar más colorido", explica Arbesú, que se dice testigo de cómo la celebración "ha subido como la espuma" en las últimas décadas.

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