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MAYTE LÓPEZ RIESCO | Psicóloga de la Asociación Alzhéimer de Asturias

"Deberíamos preocuparnos más por el cuidador que por el enfermo de alzhéimer"

"El entorno del paciente no pide ayuda hasta que ve que está desbordado y se produce una sobrecarga física y mental"

Mayte López Riesco. A. F. V.

Llanera fue ayer la capital regional del alzhéimer. El instituto de Posada albergó los actos del Día mundial de esta enfermedad degenerativa, que afecta a más de un millón de personas en España de forma directa y, como mínimo a otras tantas, de manera indirecta. Precisamente, para tratar a esos "enfermos subsidiarios", la psicóloga Mayte López (Oviedo, 1986) ofreció una conferencia centrada en las terapias no farmacológicas para los pacientes y para sus cuidadores. La jornada comenzó con la proyección de la película británica "Eyre" y con una mesa redonda en la que, además de López, participaron el doctor Antonio Mónico, el directivo de la Asociación Alzhéimer Asturias, Ramón Hernández, la presidenta de la Asociación Asturiana de Centros y Servicios de Mayores, Ana Gil, y el presidente del Patronato de la Fundación Alzhéimer de Asturias, Laureano Caicoya.

-¿Son conscientes los cuidadores de enfermos de alzhéimer de la necesidad de pedir ayuda?

-Hay de todo, pero, mayoritariamente, no. En la mayoría de casos nos encontramos con personas que, bien por educación o por otros motivos, creen que pueden con todo. Asumen que les ha tocado lidiar con ese enfermo y lo afrontan hasta la última consecuencia y, lamentablemente, no se dan cuenta de ello hasta que el afectado está en una fase muy avanzada. Cuando ven que no pueden con todo, que están desbordados y se produce una sobrecarga tanto física como mental.

-¿Ese desgaste se produce por el día a día o por la crudeza de ver que una persona cercana ya no es, en esencia, quien era?

-El entorno del enfermo afronta un momento muy duro, que es lo que llamamos duelo. Se ven en la tesitura de afrontar la pérdida en vida de un ser querido. Para llevar eso de una manera saludable es necesario recibir ayuda.

-¿Es tarea de las instituciones públicas tender esa mano a la persona encargada del enfermo?

-No sé con precisión qué ayudas en materia psicológica ofrecen las instituciones a los cuidadores de los enfermos de alzhéimer; pero, hasta donde yo sé, al margen de las asociaciones y fundaciones que giran en torno a esta dolencia, reciben poca atención. Para empezar, porque cuando a alguien le diagnostican este mal se le viene encima un mundo del que no tiene información, y tampoco se la dan. Por ello, el papel de estas entidades es fundamental.

-Por tanto, podemos decir que el nivel de atención que recibe un paciente y el de su entorno debería ser similar.

-De hecho, deberíamos preocuparnos más por el cuidador que por el enfermo porque, si esa persona no está bien, poco va a poder hacer por el enfermo que tiene a su cargo.

-Usted es experta en terapias no farmacológicas con enfermos de alzhéimer. ¿Qué tipo de terapias psicológicas se pueden hacer para mejorar la calidad de vida del paciente?

-Son terapias de estimulación cognitiva, con las que se busca trabajar y desarrollar las capacidades que aún conserva, para tratar de alargar al máximo su autonomía. Y también, por supuesto, su estado anímico.

-¿El enfermo suele ser consciente de lo que le pasa?

-Al principio, sí. De hecho, es muy habitual que, en los primeros estadios, el paciente utilice la picaresca para restar importancia a los fallos que comete, con el fin de hacer como que no pasa nada.

-¿Estas terapias son un complemento de la ayuda farmacológica o un sustitutivo?

-Un complemento. Hay que tener en cuenta que, en una enfermedad degenerativa como el alzhéimer, la medicación es totalmente necesaria. Pero la Medicina constata que este tipo de terapias ayuda a ralentizar el deterioro del enfermo.

Más información en la página 24

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