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Proponen bajar la velocidad en Lugones a 30 por hora para reducir el ruido

Los colectivos ven la contaminación acústica como "un problema histórico" que no se ataja por falta de inversiones

Proponen bajar la velocidad en Lugones a 30 por hora para reducir el ruido

Que Lugones sea el punto negro de los efectos del ruido provocado por las carreteras autonómicas no pilla de sorpresa a sus vecinos. El hecho de que 2.600 habitantes de la localidad, o lo que es lo mismo, uno de cada cinco de los vecinos estén sometidos a ruidos por encima de los límites establecidos como saludables es algo que la gente de la zona considera como "un problema histórico" que precisa de "voluntad política" para ser resuelto.

Entre los que sostienen que los problemas ocasionados por el ruido son palpables se encuentra la plataforma vecinal Lugones en Pie, que tras reactivarse hace unos meses para exigir una mejora en la seguridad e la localidad sierense ahora amplía sus reivindicaciones a otros campos como es el de la contaminación en todas sus modalidades. "Quizás la gente de fuera se da cuenta antes que nosotros, pero que existe un exceso de ruido es algo fácilmente comprobable", explica la integrante de la plataforma, Eva Mancheño, que, no obstante, considera que se trata de un problema que afecta de manera desigual a distintas zonas de Lugones. "Obviamente la gente más afectada es la que vive cerca de la autovía o de las carreteras con mayor tráfico", destaca.

Sobre las posibles soluciones a esta problemática, Mancheño recuerda que existen informes de hace años en los que se recomendaban varias medias orientadas a aspectos como la reordenación del tráfico. "Soluciones no faltan, pero lo que falta es la voluntad y decisión para llevarlas a cabo si se quiere tener resultados positivos", explica una vecina de Lugones que cree que el resultado de las mediciones realizadas ya es motivo suficiente para preocuparse.

En la misma línea se pronuncian los miembros de la recientemente creada plataforma Biodevas Lugones, un colectivo que nace para reivindicar mejoras ambientales de todo tipo en el núcleo de población más numeroso de Siero y que incluso se atreve a lanzar alguna propuesta concreta. "La reducción del límite de velocidad a 30 kilómetros por hora en el casco urbano posibilitaría tanto la reducción de la contaminación ambiental como el ruido", plantea el joven Tarik Vázquez que, aunque reconoce no ser un experto en la materia, cree que existen soluciones al ruido de probada eficiencia que se han llevado a cabo en otros sitios. "Me consta que hay paneles que aíslan del ruido en las autovías que podrían aplicarse aquí", destaca sobre una actuación que, obviamente precisaría de una inversión de consideración.

El propio Vázquez asegura que el impacto del elevado ruido es palpable tanto en las viviendas situadas en las proximidades de las autovías como en todas las zonas que colindan con las principales vías del casco urbano de Lugones. "La verdad es que hay puntos en los que se nota bastante", añade el lugonense.

Bien conocedor de esta problemática es el veterano cronista de Lugones, José Antonio Coppen que, si bien reconoce que las quejas sobre el ruido ya vienen de lejos, también advierte que para atajar el problema habrá que insistir durante un largo periodo de tiempo. "Como otros tantos problemas de esta localidad, conllevará muchos años de quejas y movilizaciones para que se acabe logrando una solución", declara un Coppen que como ejemplo otras reivindicaciones vecinales como fueron la de un tanatorio o la creación de un mercadillo semanal.

De todos modos, el cronista sostiene que es más que patente el exceso de ruidos en las calles. Algo que aunque explica en el hecho de que se trata de una población muy céntrica, no exime de la existencia de una elevada carga de tráfico en vías urbanas como pueden ser las avenidas de Gijón y Oviedo. "Es habitual como 15 o 20 coches se acumulan cuando cierran los semáforos y eso se traduce en ruido y contaminación", apunta respecto a una problemática del tráfico para la que como posibles alternativas la consecución de proyectos como las glorietas de la avenida de Viella o la de El Castro, sobre las cuales también recuerda que "se lleva muchos años hablando sin terminar de hacer ninguna".

Aun así, todos coinciden en señalar que la ideal es que la problemática sea abordada con el asesoramiento de expertos en la materia, pues creen que el hecho de que los efectos de la contaminación acústica no sea palpable a simple vista, echa para atrás a la hora de hacer actuaciones, que no siempre tienen por qué ser acertadas. "Hay que evitar los palos de ciego y que si se hace algo sea con dinero bien invertido", sugieren desde los diferentes colectivos temerosos de la posibilidad de que la lucha contra el exceso de ruido se torne en un gasto desmesurado y poco efectivo en la práctica.

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