Sobrevivir al urbanismo desenfrenado, a las crisis y a la competencia en 40 años es algo que muy pocos pueden decir en Lugones. Entre los elegidos se encuentra una familia que, a pesar de las dificultades, logró sacar adelante una tintorería que, con el paso del tiempo se ha convertido en una referencia local por su solera y regional por su capacidad de innovación. Méritos que dan las fuerzas para continuar con un negocio que en unos meses pasará a manos de la segunda generación.

Corría el año 1977 cuando Eduardo Fernández y su hermano se decidieron a coger las riendas de la tintorería Ismar de la calle José Tartiere. La apuesta por este sector fue una casualidad que con el tiempo se convertiría en la pasión de un Fernández que un lustro más tarde iniciará una nueva etapa con su mujer Amparo López como socia. "Nos casamos, teníamos la posibilidad de trabajar en la tintorería o en el bar de mis padres en La Tenderina y optamos por lo primero", recuerda López.

Los inicios no fueron fáciles en un Lugones que por aquel entonces contaba "con cuatro casas pequeñas", pero el trabajo duro y buena atención de los clientes permitió que el negocio sobreviviera hasta la actualidad y fuese testigo del progreso de la localidad. "Hemos visto como se construían la mayoría de los edificios y como niñas pequeñas vienen ahora con sus respectivas niñas", explica Eduardo Fernández para dar una idea de los efectos del paso del tiempo.

Una etapa de cuatro décadas que ahora dará paso a un cambio de titularidad, pues Eduardo se jubila diciembre "con gran pena" porque dice "amar el oficio", dando paso a su hijo Javier. "Lo he mamado desde pequeño, pues fueron muchas las veces que me dormía junto a la plancha mientras ellos trabajaban como negros", explica el joven empresario. Entre los objetivos de la nueva generación está mantener el espíritu emprendedor e innovador de su padre, que en un sector como el de la tintorería siempre estuvo a la vanguardia. "Fuimos de los primeros en disponer de máquinas que lavaban y destilaban a la vez y recientemente nos convertimos en lo que se denomina una "tintorería limpia" con la utilización de técnicas que evitan la utilización de ciertas sustancias nocivas", coinciden en señalar los miembros de la familia Fernández-López.

Del mismo modo, siempre destacaron por su colaboración un gran número de iniciativas organizadas en la localidad, a pesar de que el origen de la pareja fundadora proviene de Boal, en el caso de Eduardo, y Somiedo, en el caso de Amparo. "Tratamos de colaborar siempre que se puede con colectivos como el Atlético Lugones, el hogar del pensionista y otras asociaciones culturales y deportivas", explica Amparo López, a la vez que recuerda la participación como socios de las iniciativas promovidas por el colectivo de comerciantes locales Asecol.