"Ahora domina el comprador diésel, ese que anda mucho, pero consume poco". Con esta frase tan certera trata de explicar un vendedor ambulante de Oviedo, que prefiere no desvelar su identidad "para no perder más clientes", la evolución de un mercadillo de Lugones que asegura que en sus comienzos era "el mayor acontecimiento de la semana", a pesar de no contar con una tradición tan arraigada como puede ser la cita semana de la Pola.

La tónica general es que, si bien el número de personas que visitan la zona de los puestos no ha caído en exceso, sí lo han hecho los que sacan la cartera. "Se trata de una falta de relevo generacional en las compras, pues los jóvenes ahora prefieren ir al centro comercial que a lo tradicional", sostiene la vendedora de Argüelles Amor Huergo, mientras trata de dar salida a productos de la época como los higos o fabas verdinas, entre otros.

Una teoría que es apoyada por la gran mayoría de los vendedores más veteranos, que dicen haber visto cómo el paso del tiempo hacia desaparecer, literalmente en muchos casos, a los clientes más gastizos e incondicionales de sus puestos.