Los ladrones entraron a finales de la semana pasada en uno de los salones parroquiales de la iglesia de San Martín de Anes, causando graves destrozos en puertas y ventanas. Al final, los daños fueron muy superiores al valor de lo sustraído, ya que se llevaron muy poco material.

"Hemos visto que faltaba alguna ropa antigua de los curas, nada más. Había cajas revueltas, pero no sabemos con exactitud lo que falta; en todo caso, no fue mucho, está claro que el problema han sido los destrozos", detalló el párroco, Pedro Tardón.

El robo sucedió, probablemente, el pasado jueves, aunque no se sabe con exactitud. Una vecina de la zona que pasaba por delante del templo se dio cuenta de que la cadena del cierre de la verja estaba tirada por el suelo e inmediatamente aviso al párroco.

Vieron entonces que la verja estaba reventada, que había cristales rotos en la ventana, y que una de las puertas que da a uno de los salones apareció forzada y con parte de la pared rota.

Los ladrones intentaron entrar en la sacristía, pero no pudieron, y también probaron sin éxito a entrar en la sala de la calefacción, destrozando una ventana en el intento. Tampoco llegaron a entrar en la iglesia, donde, como aseguró el párroco, de todas formas no había nada de valor.

Sí destrozaron la puerta de entrada a uno de los salones parroquiales, y otra puerta interior, más un cristal de la ventana. No se sabe si lo intentaron primero por la ventana o si fue de otro modo, pero el caso es que entraron para llevarse casi nada.

El problema que tiene la iglesia de San Martín de Anes es que se encuentra en un enclave muy solitario, sin casas alrededor, y entonces es difícil que alguien pueda percatarse de que está siendo asaltada. "Está muy desprotegida", manifestó Tardón.

De hecho, hacía quince días que habían forzado una de las puertas de acceso a un salón parroquial, pero entonces no pudieron entrar. Allí hay libros antiguos y algún mueble, pero en todo caso no se trata de objetos de valor como para atraer a los ladrones.