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Las primaveras cada vez más secas amenazan los manzanos, dicen los expertos

Un estudio alerta de la reducción de las lluvias en los meses clave para el fruto y del aumento de las plagas por la subida de las temperaturas

Enrique Dapena. M. M.

El cambio climático está afectando de lleno a los pumares y, en consecuencia, a la elaboración de la sidra. Lo advierten científicos como Enrique Dapena, responsable del programa de investigación en fruticultura del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Alimentario (Serida), con sede en Villaviciosa, que realizó un estudio en el que también participó Alfonso Fernández-Ceballos. El objetivo de este trabajo era determinar la evolución del clima en las tres últimas décadas en Asturias y analizar las consecuencias para el cultivo del manzano de los cambios registrados, así como de los previstos para el futuro.

Una de las conclusiones que obtuvieron es que se ha producido un aumento de la temperatura media anual y, principalmente, en los meses de primavera y verano. Estos cambios registrados tienen importantes consecuencias para el cultivo del manzano, ya que la temperatura influye en las tasas de desarrollo de los procesos fisiológicos, destaca Dapena.

El efecto más favorable se produce a principios de primavera, durante la floración, ya que se relaciona positivamente con una mayor fertilidad. Otra de las conclusiones es que los investigadores han detectado un adelanto de la fecha de floración y de la maduración, en líneas generales, ya que este año el inusual frío de la primavera retrasó la salida de las flores en comparación con la tendencia de los últimos años, lo que ha arrastrado a la cosecha, que también llega con demora.

Uno de los peligro de este aumento del mercurio en los meses más cálidos es que supone un incremento de la evapotranspiración y de las necesidades hídricas de los árboles, que no se ve compensado porque el régimen de precipitaciones ha disminuido. Otro efecto de las temperaturas más elevadas es que incide en las plagas y enfermedades.

En el estudio, los investigadores han determinado que en los últimos años llueve menos en primavera y verano, de ahí que se hable de una "mediterranización" del clima, lo que tiene "importantes consecuencias para el cultivo del manzano y de otras especies vegetales", advierten. Los momentos en los que los manzanos son más sensibles a la escasez de agua son precisamente en primavera y en el inicio del verano, ya que en ellos se producen el desarrollo vegetativo, la floración y el comienzo del desarrollo del fruto. Precisamente es cuando el descenso de precipitaciones en Asturias es más acusado, con una pérdida neta de un 15% por década, estiman los investigadores.

"Los cambios registrados provocan un aumento del riesgo de periodos de déficit hídrico en el manzano y otros frutales", insiste Dapena. Esta circunstancia significa que "uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los productores de la región en los últimos años son los periodos de sequía en primavera y verano", destacan los investigadores, pues la falta de agua puede comprometer no sólo la producción anual de manzana, sino también el correcto desarrollo del árbol, advierten.

La manzana es la materia prima de la sidra, por lo que la una incide en la otra. Uno de los principales problemas que vienen detectando los llagareros en los últimos años es que en octubre y noviembre hace demasiado calor para mayar, una tarea que necesita temperaturas más frescas. Para los llagares industriales no es un gran inconveniente porque están preparados y disponen de sistemas de frío. La peor parte se la llevan quienes elaboran sidra en casa, pues carecen de tantos medios y tienen que empezar a hacer el mosto cuando la manzana está en su punto óptimo de maduración.

Otro reflejo de cómo están afectando los cambios en el clima y la meteorología es las dificultades que este año han tenido los caldos para completar su fermentación. Nuevamente fue la sidra casera la gran perjudicada y serán los elaboradores domésticos quienes más tendrán que adaptarse a estos cambios.

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