La noche de las brujas va camino de convertirse en la noche de los vándalos. Un "macrobotellón" en la zona verde anexa al centro comercial enturbió las celebraciones de La Fresneda, referente de la fiesta de Halloween en el centro de Asturias, aunque este no fue el único problema que se registró: en Lieres, un grupo de gamberros asaltó por la noche el cementerio parroquial para hacer allí la fiesta, dejando restos de su "actuación" y causando incluso destrozos en un mausoleo.

En La Fresneda, la práctica del "botellón" ha crecido en paralelo a la propia consolidación de la fiesta de Halloween. Desde hace un lustro, cuando la celebración comenzó a cobrar fuerza, cada 31 de octubre se acercan a la urbanización cientos de adolescentes de todo el centro de la región, principalmente del vecino concejo de Oviedo, para participar en la fiesta. La zona verde anexa al centro comercial de la localidad fue el centro del "macrobotellón" de anteanoche, cuyos restos aún se dejaban ver al mediodía de ayer. Entre los vecinos preocupa especialmente la baja edad de los participantes.

"Es un problema que esperemos que sea ocasional, porque además tiene mala solución. Podría reforzarse la vigilancia en estos días, pero la experiencia nos dice que, si los sacas de un lugar, inmediatamente buscan otro en el que instalarse. Pero la solución tiene que venir desde la educación", reflexiona José Carlos García de Castro, portavoz de la Plataforma Vecinal de La Fresneda, quien, no obstante, precisa que, aparte de este problema concreto, la celebración de Halloween ha sido un éxito y la fiesta confirma su crecimiento.

En Lieres, en cambio, la fiesta ha tenido consecuencias inesperadas. Un grupo indeterminado de personas se coló anteanoche en el camposanto para hacer un "botellón" entre las tumbas. Una actividad que perpetraron sin mostrar el más mínimo respeto por los difuntos y sus familias, dejando un rastro de suciedad y destrozos a su paso.

Los vecinos se encontraron con los restos de la "fiesta" al entrar al camposanto a primera hora de la mañana, para preparar los nichos. Los residuos se localizaban en un rincón de la parte baja del camposanto, junto a las escaleras que comunican esa zona con la plataforma superior. En su macabra celebración, los vándalos destrozaron varios ramos y regaron de vino las tumbas de toda esa zona. Aunque lo peor fue que trataron de abrir un enterramiento, que resultó dañado con la maniobra.

"Es el mausoleo de mi hermano", explica Raquel Quidiello, con los ojos encendidos por la rabia. "Nos avisó una vecina. Cuando llegamos, la tapa estaba movida y había una esquina rota. No sé qué habrán tenido que hacer para romper el mármol. Y todas las tumbas de la batería las habían regado con vino", relata Quidiello, que desconoce la identidad de los asaltantes pero tiene clara su naturaleza: "Son unos cobardes, por eso se esconden en esta esquina". Pese a la indignación, los familiares de los finados limpiaron con celeridad las tumbas, que estaban impolutas para el inicio de las celebraciones de Todos los Santos.