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El CRA de Viella, la cuadratura del círculo

La dispersión de los centros del colegio rural, repartidos en 15 kilómetros, y sus peculiaridades obligan a los docentes a un esfuerzo extra para cubrir todas las jornadas

Juegos en el recreo. F. Torre

Manuel Cuevas mira con detenimiento el cuadrante con los grupos del colegio rural agrupado (CRA) de Viella. "Cuadrar los horarios es complicado", reconoce el que es, desde hace 22 años, director del centro. Cuevas es generoso: organizar los horarios del CRA es un auténtico sudoku. Con cuatro centros distintos, los más distantes con 15 kilómetros entre ellos, el profesorado del CRA tiene que hacer encaje de bolillos para poder cubrir las necesidades docentes. Es la realidad de un colegio rural.

Entre sus cuatro centros, el CRA cuenta con 152 alumnos para el presente curso: 76 en Faes, 56 en Viella, 16 en Aramil y 4 en Trespando. En total, el colegio tiene 23 profesores, de los cuales 13 son tutores dentro de los distintos grupos y los otros diez son itinerantes. Esto es: rotan por los distintos centros, impartiendo clases de asignaturas específicas para completar la formación de los alumnos.

El sistema se aleja de lo establecido. Los picos de natalidad se dejan notar en los colegios rurales mucho más que en los urbanos. Si en un curso determinado hay una variación significativa del número de alumnos, a la baja o al alza, en los segundos pueden reducir o ampliar el número de grupos. Pero en los colegios rurales, con los medios limitados y situaciones como que en un año determinado pueda haber apenas uno o dos niños, la única opción es concentrar a alumnos de distintos cursos en un único grupo.

El CRA recibe alumnos de hasta nueve cursos distintos: tres de Infantil (3 a 6 años) y seis de Primaria (6 a 12 años). En Aramil, donde no hay alumnos de Infantil y en algunos cursos de Primaria sólo hay uno o dos críos, se han distribuido en dos grupos: uno para los tres primeros cursos de Primaria y otro para los tres siguientes. En Faes, los alumnos de primer y segundo curso de Infantil, los de tercero y cuarto de Primaria y los de quinto y sexto comparten grupo.

En Viella, sólo los alumnos de tercero de Primaria cuentan con grupo propio. En Trespando, sus cuatro alumnos son de sexto curso, lo que facilita la docencia pero aboca a este centro a la desaparición, una vez que se gradúen a final de curso.

Cada uno de los trece grupos distribuidos entre los cuatro centros cuenta con un profesor tutor, que es el que lleva el grueso de la docencia. Además, hay otros diez profesores especialistas, que rotan entre los distintos centros. En concreto hay dos de Educación Física, dos de Inglés, uno de Música, uno de Lengua Asturiana, uno de Religión, uno de Audición y Lenguaje, uno de Pedagogía Terapéutica y un especialista itinerante de Educación Infantil que apoya a los tutores de esos grupos.

Uno de estos profesores itinerantes es Valentín Medina, que imparte lengua asturiana. Con más de dos décadas de trayectoria, a Medina no le pilla de nuevas el sistema del CRA: no en vano, su hija se llama Cibea, nombre que le puso en honor a otro colegio rural en el que impartió clases, años atrás. "El gran problema que tenemos ahora, y es serio, es que no nos pagan el kilometraje. Tenemos que hacer los desplazamientos en nuestro propio vehículo, y antes nos pagaban todos los kilómetros que hacíamos. Pero ahora sólo nos pagan algunos desplazamientos", explica Medina.

En el caso del CRA de Viella, la práctica totalidad de los alumnos cursa asturiano, lo que obliga a Medina a dividir su docencia entre los cuatro centros: los lunes imparte clases en Viella y Trespando, los martes en Viella, los miércoles en Aramil y los jueves y los viernes en la escuela de Faes. "Educación reclama que, en la medida de lo posible, los profesores itinerantes estén en un único centro por jornada. Esto complica las cosas al hacer los horarios, que además tenemos que remitir a inspección, para que den el visto bueno", explica Manuel Cuevas, que además de director del centro también es profesor itinerante, en su caso de Educación Física.

Pese a la complejidad de tener que impartir clases a alumnos de varias edades al mismo tiempo, y a la singularidad de que los profesores especialistas compartan su tiempo con otros colegios, los docentes remarcan la ventaja que supone contar con un volumen de alumnos contenido en las clases. De los trece grupos del CRA, el que más alumnos tiene, el de tercero y cuarto de Primaria de Faes, suma 17 alumnos. Una cifra muy alejada de la saturación que padece buena parte de los centros urbanos.

"Al tener un número de alumnos asequible, puede atender mejor a sus necesidades y hacerles un seguimiento individualizado. Es casi como una clase particular", explica Tere González, tutora interina de los alumnos de Trespando. Para Manuel Cuevas, esta circunstancia refleja además el gran valor de las CRA frente a los colegios urbanos: "Lo que nos distingue es la cercanía, la proximidad a los alumnos y, también, a los padres", sentencia.

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