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"Espero que nos arreglemos", dice la dueña del Llagar El Quesu, en Bobes

María Oliva Menéndez asegura que "aún hay tiempo" para retomar las negociaciones y evitar el cierre definitivo del emblemático establecimiento

María Oliva Menéndez, ayer, delante del establecimiento. FRANCO TORRE

Aún hay tiempo para lograr un acuerdo que garantice la continuidad del Llagar El Quesu. Tal y como adelantó este periódico, el emblemático establecimiento de Bobes cerró sus puertas este martes, tras 39 años de actividad, al concluir un contrato de arrendamiento de industria entre la propietaria del local, María Oliva Menéndez, y el gestor del establecimiento, Juan Vigón. Pero ambas partes se muestran dispuestas a entablar conversaciones para llegar a un acuerdo que dé continuidad a la parrilla.

"Espero que nos arreglemos, es lo que yo querría. Aún estamos a tiempo para negociar y llegar a un acuerdo", afirma María Oliva Menéndez, que ayer recibió a LA NUEVA ESPAÑA en su casa, situada justo encima del establecimiento. Ambas partes reconocen que el motivo principal de que el contrato de arrendamiento de industria no se renovase es una disputa por la cuantía de la renta mensual, que a la propietaria le parece justa, en atención al éxito del establecimiento, y que el gestor, en cambio, considera "inasumible".

"El Llagar es muy conocido y siempre tuvo gente, todos los días estaba lleno", rememora Menéndez, mientras contempla el aparcamiento ahora vacío del establecimiento. Pese a la disputa que mantiene con los gestores, la mujer recuerda con cariño cómo Juan Vigón y su socio, José Antonio Mayor, se hicieron cargo en 1977 del establecimiento, y cómo el negocio prosperó hasta convertirse en un referente.

Ahora esta historia amenaza con terminar abruptamente, aunque ambas partes reconocen que hay dos factores que les animan a seguir con las conversaciones. Por un lado están los trabajadores, algunos de ellos con más de veinte años en el Llagar. Por otro, una componente emocional que tanto Juan Vigón como María Oliva Menéndez reconocen.

Ambas partes coinciden, además, en que el local precisa de algunas reformas. Pero los puntos de partida de la negociación aún están lejanos. La propietaria descarta la venta del local, opción que pusieron sobre la mesa los gestores, y contempla dar continuidad a la asociación que han mantenido hasta ahora. Vigón, en cambio, precisa que entre ambos había un contrato de arrendamiento de industria que ya finalizó, por lo que hay que acordar unas nuevas condiciones. "Es un punto y aparte, aunque hablamos del Llagar El Quesu y le tenemos un cariño especial", sentencia.

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