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Argüelles iguala la cosecha de faba del año pasado pese a una sequía histórica

Los productores aseguran que se pudo salvar la temporada gracias a la mayor dedicación, el aumento de la superficie de cultivo y el uso de maquinaria

Santi Galán posa ante un tendejón cargado de fabas en Argüelles. L. BLANCO

Ni siquiera la falta de ayuda del cielo frena el crecimiento de la producción de la faba de Argüelles. Los integrantes de la sociedad civil "San Martín", cooperativa que aúna a los siete productores de la localidad sierense de la faba con Identificación Geográfica Protegida (IGP) comercializada bajo la marca "Vegargüelles", aseguran que pese a "la peor sequía en muchos años" prevén igualar las diez toneladas producidas el año pasado. Un logro que es posible, dicen, gracias a varias mejoras que esperan seguir potenciando con vistas a duplicar e incluso triplicar la legumbre recogida en caso de venir un año productivo.

A falta de recoger menos de un diez por ciento de la cosecha, correspondiente a las últimas plantas tardías que se beneficiaron de las pocas lluvias caídas en septiembre, los productores se muestran satisfechos por una campaña que pudo ser catastrófica. "El año fue malísimo en la barreda, pero se mantuvo en las zonas de las vegas", explica Santi Galán, cuyas tierras fueron de las más damnificadas en esta ocasión. "En 2015 tuve buena cosecha, aunque el panorama general no era muy alentador, y esta vez fui de los que se vieron más afectados", indica.

El motivo no fue otro que la escasez de lluvias tanto a finales de la primavera como durante todo el verano. Una circunstancia que, no obstante, se logró contrarrestar en parte con varios factores. "Se aumentó la superficie de la cosecha hasta las 20 hectáreas, se trabajó más y se mejoraron algunas técnicas", enumera Galán en clara referencia, con este último punto, a la utilización por primera vez de tractores para regar las tierras más alejadas de las vegas, en las que se acusa más la falta de humedad.

Una valoración que, no obstante, habrá que corroborar a finales de año, cuando se terminen de mallar unas vainas que en esta ocasión vienen menos cargadas. "Cada vaina trae menos granos que el año anterior, por lo general", apunta el productor que, con todo, defiende la calidad de un producto peculiar que cada vez tiene mayor demanda. "A veces te da rabia porque te piden y todavía no las tienes, o ya las acabaste si la cosecha es buena", sostiene en referencia a la gran aceptación del producto.

Por otro lado, todavía no hay fecha para la celebración del clásico festival que cada daño atrae a cientos de personas a la localidad sierense. Una cita que está supeditada a la culminación de las labores de recogida, mallado y envase, cuyos plazos quedarán a su vez determinados por las condiciones climatológicas, decisivas tanto a la hora de recoger como para el secado de las plantas y la posterior sustracción de las fabas.

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