El colegio de Lugo de Llanera respiró ayer asturianismo por los cuatro costados. Las castañas y la sidra dulce fueron protagonistas en el centro llanerense, en una jornada en la que los escolares disfrutaron, junto a profesores y padres, de una jornada de convivencia centrada en el amagüestu, los juegos y los oficios tradicionales regionales. Una mañana de diversión en la que todos, tanto grandes como pequeños, se lo pasaron "muy, muy chachi".

La jornada comenzó con juegos tradicionales para el alumnado de educación infantil, inspirados en la temática otoñal: el xuego de la rana, carreras de panoyes, relevos de castañes y clásicos como la bomba o el cementerio hicieron aparecer las primeras risas entre los más peques del colegio de Lugo. "Nos lo pasamos muy bien. Jugamos a muchas cosas y nos divertimos mucho", aseguraba Alejandra Vega, una de las alumnas, mientras ya degustaba, sentada en el suelo, un cucurucho de castañas y un vaso de sidra dulce. "Están muy ricas", añadió su compañero Javier Orviz.

Pero, además de jugar, los escolares también tuvieron la oportunidad de aprender. En este caso, oficios tradicionales asturianos. "Se corta la madera de abedul en los montes, se lleva en carro hasta el taller y allí se le da forma", explicó Manolo López, madreñero de Posada, ante un boquiabierto público de cuatro años que no perdía el hilo de la explicación. "Usa abedul porque es más ligero", aseguraban los más atentos a la exposición, mientras López les enseñaba las diferentes herramientas que se utilizan para este singular oficio. "Es una actividad muy interesante. A mí me gusta mucho, y los guajes alucinan. Además, es un buen medio para que conozcan las tradiciones asturianas", aseguró el artesano.

Los pequeños también aprendieron el oficio de cestero de la mano de José Luis Díaz. "Se utiliza mimbre de china, lo humedecemos y luego los tejemos, como al coser, para hacer cestos", relató el artesano, que pidió la colaboración de los niños para tejer un cuenco. "Cómo mola", gritaban entusiasmados los pequeños.

Para finalizar la jornada, profesores y alumnos se unieron en un enorme corro para bailar la danza prima al son de la gaita y el tambor, tocados por Lidia García y Eva Ardura. Una vez finalizado el tradicional baile, los padres se unieron a los pequeños en la degustación de las castañas y la sidra. "Es una manera de unir escuela y familia, y también una oportunidad para aportar nuestro grano de arena", aseguró Diana Blanco, madre de uno de los alumnos, sobre una jornada en la que grandes y pequeños se lo pasaron "como enanos".