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Luismi Jiménez: "Superar un ictus es, en gran medida, una cuestión de actitud"

El vecino de La Fresneda ayuda a gente de toda Asturias tras su caso: "Me dijeron que no me obsesionara, pero investigué todo lo que pude"

Luis Miguel Jiménez en el club de campo de La Fresneda.

Prohibido rendirse. Esa es la consigna con la que el vecino de La Fresneda Luis Miguel Jiménez anima a pacientes aquejados de las consecuencias de los accidentes cardiovasculares. Ejerce de voluntario tanto a la hora de impartir talleres del Programa Paciente Activo de Asturias (PACAS) como en su colaboración con la recientemente creada escuela de cuidadores de la unidad de ictus del Hospital Universitario Central de Asturias.

Jiménez vio como en 1999, a los 43 años, se le venía abajo una vida acomodada en la que desarrollaba con éxito su trabajo de jefe de ventas de una importante empresa de recambios de automoción. Iba a disputar un partido de pádel con unos amigos cuando de repente se cayó al suelo. La rápida intervención del pediatra Gerardo Santos le permitió salvar una vida que tuvo que reiniciar. Dos días en coma inducido y seis meses en la planta de hemipléjicos fueron el punto de partida de un futuro que no le auguraban positivo. "Me dijeron que me olvidasen de volver a andar", explica respecto a las secuelas ocasionadas por un problema que le paralizó todo el lado izquierdo.

Pese a todo, la adversidad no fue más que un acicate para superarse y derribar barreras que parecían infranqueables. "Me dijeron que no me obsesionara con la enfermedad, pero hice todo lo contrario, pues investigué todo lo que pude como autodidacta", señala.

Fue ese carácter que asegura haber forjado gracias a la capacidad de sacrificio que adquirió haciendo lucha libre de joven, lo que le llevó a continuos avances, fruto de años de sacrificio. "Estuve un par de meses viviendo en el garaje por no subir escaleras, pero pronto logré subirlas por mi mismo", apunta sobre un proceso al que siguieron largas sesiones de caminatas diarias y ejercicios interminables para recuperar la movilidad del lado izquierdo. "Me llevó ocho años recuperar la sensibilidad", cuenta en relación a las duras sesiones con agua fría y caliente que día a día le supusieron una mejoría. "La experiencia me dice que superar un ictus es en gran parte una cuestión de actitud", indica al mismo tiempo que recuerda que nunca hay que bajar la guardia. "Si dejo unos días de hacer ejercicio me atrofio y voy para atrás", comenta.

Todas estas vivencias, que incluyeron una depresión postseparación superada, sirvieron de camino a una recuperación a la que incluso prosiguió la participación como extra en las películas de José Luis Garci, "Luz de Domingo" e "Historia de un beso". Una lección de superación que dan esperanza a los pacientes de sus talleres.

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