Los niños del grupo de participación infantil de Llanera han podido ponerse en la piel de las personas con discapacidad en una actividad organizada en la Casa de Cultura de Lugo con la asociación Llanera Sin Barreras. El llanerense Chus Bobes, al que le falta una pierna, contó a los jóvenes la historia de su discapacidad, el cambio de vida al que lo abocó su accidente de moto cuando contaba 17 años y todas las barreras que tuvo que superar, sobre todo mentales.

Y tras la charla, los más osados se subieron a una silla de ruedas para conocer de primera mano la dificultad de conducirse por terrenos que cuando uno camina parecen normales, pero que para una persona que va en silla pueden tener muchos obstáculos.

La primera en subirse a la silla fue Lucía Fernández, que aprendió a avanzar y girar, y también a no caerse. "No os podéis imaginar lo fácil que es caerse de una silla de ruedas; basta un pequeño bordillo para que ocurra", remarcó Chus Bobes. También comprobó que tiene una exigencia física importante. "Me duelen los brazos", decía después de un rato en la silla. Y más adelante hubo una prueba más dura, la de bajar y subir una rampa. Otra chica, Cristina Fernández, explicaba que "girar no es difícil, y bajar tampoco, pero subir sí". Todos se dieron cuenta de la dificultad de subir una rampa, y Bobes subrayó que a veces se da muy poca importancia a la pendiente de las aceras rebajadas, que pueden acarrear dificultades.

Antes de subirse a la silla, los niños conocieron algunos aspectos importantes de la discapacidad. Quizá el más destacable sea el hecho de que no sólo hay barreras físicas, sino también psicológicas y sociales. Las psicológicas se las pone la persona que sufre la discapacidad, y las sociales se las pone el entorno. Por eso es tan importante la concienciación. Chus Bobes insistió en la idea de inclusión social, que implica que los jóvenes acepten a las personas con discapacidad tal como son. "Pero no hace falta tratarlas de forma diferente ni con compasión, sino con normalidad; se trata de saber lo que necesitan en cada momento y dárselo, ni más ni menos".

Además de su testimonio, también oyeron el de Javier Jorna, al que le falta movilidad en una pierna y quien, a pesar de todo, siempre trató de superar sus propios límites. Y el de José Ramón González, al que tras sufrir un ictus le dijeron que nunca más podría volver a andar y que, desoyendo esa limitación que le habían impuesto, trabajó para ponerse en pie hasta conseguir caminar.