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Los hórreos, joyas en el olvido

El concejo cuenta con 800 construcciones tradicionales, muchas de ellas en muy mal estado y cuyo valor es desconocido incluso para sus dueños - Los expertos reclaman que la Administración se implique más en la conservación de las edificaciones, mientras se debaten cambios legales sobre su uso

Los hórreos, joyas en el olvido

Se trata de uno de los elementos etnográficos más representativos de la región. Hay constancia de su existencia desde el siglo XV y, si bien hoy están ligados a la vida en el campo, en sus inicios eran un símbolo de poder de personajes nobiliarios y terratenientes. Hablamos de los hórreos, construcción típica del norte de España y Portugal -aunque también utilizada en otras partes del mundo- destinada a guardar alimentos, protegiéndolos de la humedad y de animales. Carreño cuenta con "en torno a 800" de estas edificaciones, algunas verdaderas joyas.

Las más antiguas datan del siglo XVI, y son varias las que fueron levantadas durante los siglos XVII y XVIII. "El problema es que muchas están en un estado malísimo. Las dejan caer y la administración no hace nada", destaca Julio Zapico, historiador, ebanista y experto en hórreos. Son pocas, por no decir ninguna, las parroquias del concejo que no poseen hórreos en mal estado en alguna de sus fincas, "mientras la administración no hace nada".

Los hórreos gozan de un estatus de conservación especial en el Principado, si bien, a ojos de Zapico, esta es "la teoría, pero no la práctica". "Los catálogos urbanísticos tienen la obligación de recoger los hórreos de los concejos, pero el Consejo de Patrimonio hizo la vista gorda con estos documentos, en muchos casos muy incompletos", asegura el experto.

Uno de los principales motivos por los que estas edificaciones no son conservadas es la falta de recursos económicos. Por ello, Zapico propone que, como punto intermedio, se afronten algunos trabajos para evitar que algunas de estos bienes etnográficos se vengan abajo. "Entiendo que a veces no hay dinero para una rehabilitación integral, pero una cubierta de 10.000 euros dura 60 años", expresa.

Precisamente, una de las carencias que encuentran tanto los propietarios como los expertos es que faltan ayudas y asesoramiento. "Llevamos unos meses arreglándolo, y la verdad que no recibimos ningún tipo de ayuda desde el Ayuntamiento", explica José Manuel Heres, propietario de un hórreo que data del siglo XVI, y que se enteró por boca de Zapico de la antigüedad de la construcción. "En muchos casos no sabemos ni lo que tenemos", confiesa este carreñense que ha invertido "entre 10.000 y 15.000 euros" en recuperar el hórreo.

La misma situación se encontró José Ángel Suárez, quien cuenta en su domicilio de Logrezana con dos paneras del estilo "Carreño", que se caracteriza por utilizar dos puertas ornamentadas y una tabla dividiendo ambas, y con motivos religiosos. Los primeros vestigios de este arte, asociado a la nobleza media, data de 1757. "Las arregló mi padre en 1960. De aquella tampoco había ningún tipo de ayuda, y le costó mucho dinero hacerlo. Por suerte, hoy están impecables", destaca Suárez.

Aunque el origen inicial de las hórreos y panera no era otro que guardar cereales y alimentos, según Zapico "hay constancia de que se hayan utilizado como viviendas en el siglo XVIII". Hoy en día son numerosas las ofertas de hórreos como alojamiento rural por toda la región. Víctor Manuel Suárez, también vecino de Carreño, inició el año pasado una recogida de firmas para renovar la normativa vigente, que actualmente no permite utilizar estas construcciones como vivienda. "Entiendo que no puedes colocarlos en cualquier parte, porque romperían el paisaje. Pero con los avances técnicos de hoy podrían llevar todo el cableado por dentro de los pegoyos", subrayó Suárez, quien recientemente presentó al Principado una propuesta para poner en funcionamiento estas construcciones en la ciudad de vacaciones de Perlora.

Esta visión contrasta con la de Zapico, quien considera que el uso del hórreo "tiene que estar vinculado a una casería". "En esta zona, los caminos que discurren por zonas llanas separan, por la parte de arriba la zona de montes y por abajo las tierras de cultivo. Junto a estas vías, en línea, se levantaron las haciendas. Y junto a ellas los hórreos", destacó el experto, quien considera "sanas" este tipo de disputas.

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