Un recurso infravalorado y con muchos beneficios potenciales. Así se refiere Ernesto Díaz, vecino de Lugones, a la charca situada en las proximidades del centro de salud de la localidad. "Una pequeña Doñana", asegura, de la que la mayoría de los lugonenses desconocen su existencia y mucho más su importancia para la biodiversidad del núcleo más habitado del concejo de Siero.
Esta masa acuática pertenece a las conocidas como charcas de Coruño, un conjunto de pequeñas lagunas formadas en las zonas inundables del río Nora y que comprenden desde La Morgal hasta Lugones, pero que han ido desapareciendo por la mano del hombre. "En los polígonos de Asipo y Silvota eran habituales", explica Díaz acerca de unas charcas que forman parte del catálogo de zonas húmedas del Principado de Asturias.
En el caso de la charca de Lugones, esta puede alcanzar hasta aproximadamente una hectárea de superficie y está enclavada en un conjunto de prados, sebes y sauceda que alcanza las tres hectáreas y se sitúa entre las autovías, carreteras secundarias, la línea de ferrocarril y las industrias. "Es el último espacio virgen de Lugones que resiste entre el caos urbanístico", apunta este experto en medioambiente.
Sus características son idóneas para albergar una gran biodiversidad, pues en sus aguas y en el entorno pueden encontrarse aves acuáticas, pequeñas aves de sotos, anfibios, reptiles y algunos invertebrados como insectos. Un aspecto de gran interés al que hay que sumar la gran variedad botánica de la zona. Entre los animales que pueden encontrarse en este área están los patos, destacando especialmente la variedad cuchara. También algunos tipos de ranas y sapos y otros anfibios como las salamandras.
Así pues, Díaz considera que debe aprovecharse el enclave para atraer turismo ornitológico, para realizar visitas escolares y como referente de vistas y esparcimiento para la futura residencia del ERA que se construirá en sus proximidades.
