Un sabroso huevo frito de casa es uno de esos pequeños manjares cotidianos. Untar un trozo de pan en su brillante y anaranjada yema, que confiere ese color amarillo a la tortilla de patata, es un gran placer para el paladar. Nada tiene que ver un huevo de una gallina criada en semilibertad, que pasta a su aire y se nutre de saludable maíz, con el que pone otra en una granja industrial.

La diferencia es palpable y salta a la vista. También hay que pagar un poco más por la docena, pero merece la pena. Aunque José Manuel Fuentes la vende en su puesto del mercado de los martes de Pola de Siero a 3 euros, se suelen comercializar también a 3,50 o a 4 euros. Fuentes señala que los huevos de casa se venden bien, sobre todo, entre sus clientes habituales. Pues quien los prueba, repite. No obstante, reconoce que quienes más los aprecian son las personas mayores, que también son la mayoría de los clientes del mercado.

Atribuye las virtudes de los huevos que vende en su puesto a que sus gallinas "andan sueltas y picotean de todo y no sólo pienso, como en las granjas". Claro, también las suyas ponen menos, una media de un huevo al día "y no todos", matiza. Con el frío del invierno "paran, ponen menos", por lo que en esta época no abundan demasiado. Es mejor el verano, cuando llega el calor.

Fuentes explica que un huevo de casa "se nota bien", ya cuando se casca. Es importante "que no se vuelva agua, tiene que estar compacto y amarillín". Donde mejor se aprecia su sabor es en el huevo frito, aunque reconoce que "como siempre, cuando lo tenemos en casa, no lo apreciamos lo suficiente". A partir de febrero, que es cuando empiezan a poner, también vende de oca a 2 euros cada uno y tienen mucho éxito. El huevo es un alimento muy nutritivo, rico en proteínas, hierro, fósforo, potasio, magnesio, ácido fólico o vitaminas. Aporta unas 80 calorías.