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Una apasionada de lo pequeño

Marichu Álvarez acumula en su casa miles de miniaturas reunidas durante más de veinte años dedicados al coleccionismo

Marichu Álvarez muestra una vitrina con miniaturas en su casa. L. BLANCO

"En casa se enfadan cada vez que tengo que quitar algo para poner más vitrinas". Esa es la principal barrera que Marichu Álvarez, de 70 años y vecina de Lugones desde hace medio siglo, se encuentra a la hora de dar rienda suelta a su pasión de coleccionista de miniaturas. Una afición heredada de su suegra ya fallecida, Cándida Fernández, que día a día continúa desarrollando con gran implicación.

Asegura que la cosa comenzó como que no quiere la cosa. "Fue hace 23 o 24 años cuando empecé a coleccionar zapatos en miniatura", explica para luego admitir que la cosa comenzó a írsele un poco de las manos. "Luego amplié a muebles, a juegos de café y finalmente me dediqué a todo lo que fuera en miniatura", comenta con una sonrisa en la cara mientras muestra una de las vitrinas que ocupan buena parte de su salón.

De todos modos, reconoce que lo del coleccionismo le viene de familia. "Mis hermanas también coleccionan muñecas y otras cosas, mi hijo videoconsolas y mi nieto figuras de juguete", declara la mujer en cuya casa se fijó recientemente la sede de la recientemente creada Asociación de Coleccionistas de Asturias (ACOAS). "El colectivo me ha permitido descubrir que hay gente que colecciona hasta papel para envolver fruta", explica.

Toda una pasión que lejos de abandonar, cada vez le roba más tiempo. "Ahora hago bolsos en miniatura con mis propias manazas", apunta para luego advertir de que en poco tiempo lleva completadas un centenar de unidades de este nuevo reto que no le hace descuidar el aumento de otras colecciones que sus amigos contribuyen a engordar. "Cuando van de viaje y ven algo, dicen: esto para Marichu", relata.

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