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Escudero: "La colegiata de Pravia se construyó con dinero de las minas de Potosí"

El estudioso y Manuel Ruiz de Bucesta editan un libro sobre el ilustre praviano Arango Queipo, que impulsó la obra

Juan José Escudero y Manuel Ruiz de Bucesta, delante de la colegiata de Pravia. S. ARIAS

Las minas de Potosí del Alto Perú (actual Bolivia) financiaron la construcción de la colegiata de Santa María la Mayor de Pravia. En concreto fue Fernando Ignacio Arango Queipo, un religioso praviano que llegó a ser Obispo de Tuy y que, durante su etapa en las Indias en el siglo XVIII, se acaudaló con diversos negocios y extracciones de mineral con los que consiguió el dinero para edificar el templo.

Una vida que ahora se imprime en negro sobre blanco en el libro "Vida y muerte de Fernando Ignacio Arango Queipo", que publican los pravianos Juan José Escudero y Manuel Ruiz de Bucesta a través del Instituto de Estudios Históricos Bances y Valdés, entidad que presiden.

"Queríamos poner en valor su vida, dignificar la figura de uno de los personajes más relevantes de los últimos 500 años en Pravia", destaca Escudero. Pero también pretende zanjar la polémica con Tuña (Tineo), donde reclaman que el dinero con el que se construyó la colegiata era para una obra pía en su localidad: "Decían que había roto la voluntad de su tío, Juan Queipo de Llano, Arzobispo en Charcas (Perú), con quien estuvo en las Indias, pero en ningún momento se dice eso en el testamento y, efectivamente en Tuña, hubo una obra pía".

El título (del que ya han agotado la primera edición de 200 ejemplares) repasa los momentos más importantes de la vida de Arango Queipo, comenzando con su ordenación como sacerdote y su ingreso en la Orden de Santiago, pasando por su viaje a Perú, donde pasó la mayor parte de su vida. A la vuelta, se convirtió en Abad perpetuo de San Isidoro de León pero pronto fue enviado a Tuy como Obispo, donde falleció.

En ese sentido, los autores destacan que Arango Queipo siempre quiso ser enterrado en la colegiata y con ese ánimo la mandó levantar. Pero quiso el destino, o la desidia y las guerras, que sus restos mortales permanezcan en la ciudad gallega de Tuy. "Ahora es imposible hacer el traslado porque después de la Guerra de Independencia fueron todos enterrados en una fosa común", señala Ruiz de Bucesta.

Éste y Escudero estiman que el personaje, nacido en la calle de La Victoria, fue un praviano que amaba su tierra y que fomentó la educación de sus vecinos con la construcción de la primera escuela básica. También realizó importantes donaciones artísticas que hoy se pueden disfrutar en San Isidoro de León, por ejemplo, donde hay dos tallas de Villabrille-Ron y ciertas alhajas que legó a la colegiata, a la desaparecida iglesia de San Andrés de Pravia y, también, en Tuy. El libro también destaca curiosidades como que el altar de la colegiata está orientado al norte y no al este como la mayoría de templos. "Si trazas una línea recta está la capilla del Valle, creemos que lo hizo con esa intención", concluyen.

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