"Nunca es tarde para pintar", y así lo están aprendiendo los vecinos de Villabona. Desde la semana pasada, el Centro de Formación de la localidad llanerense acoge un taller de pintura bajo la dirección del reputado artista Benjamín Menéndez. Lejos de tratar de convertirse en grandes artistas, en las dos horas que duran las clases semanales, los alumnos, de todas las edades aunque una amplia mayoría de ellos ya "entrados en años", buscan -y encuentran- en el lienzo, el lápiz o el pincel un refugio "de paz y tranquilidad" en el que evadirse de las preocupaciones del día a día.

"Es una actividad que ayuda a relajarse y despejar", asegura José Alonso, uno de los alumnos de Menéndez, aficionado a la pintura que decidió reengancharse al carboncillo después de "haber recibido clases en Avilés hace años". "Es un ejercicio de paciencia", apunta, mientras plasma una bombilla en una lámina de un bloc.

Precisamente, éste es uno de los argumentos de Menéndez: tratar que su docena de aprendices "disfrute" mientras aprende. "Pretendo que haya gozo durante el tiempo de ejecución de la pintura. Se trata de pasar un buen rato", explica el maestro, que no pierde comba del progreso de sus alumnos.

Y es que en el aula de Villabona hay niveles de todo tipo: desde el que nunca ha cogido un lápiz hasta el que retoma la pintura tras años, pasando por el que quiere llevar a cabo un proyecto personal. Hay cabida para todos.

"Es la primera vez que asisto a clases de pintura y hay que empezar por lo más básico: el lápiz", afirma Remigio Alonso, mientras se afana en plasmar un viejo molinillo de café, que tiene milimétricamente posado frente a él. "Lo de meterse en los colores vendrá más adelante. Pero eso es más complicado, para hacerlo bien hay que ser Dalí, y yo estoy aquí para pasar el rato", apunta con humor.

Con más experiencia, María Ángeles Martínez ajusta el caballete mientras prepara los óleos. Esta vecina de Llanera fue a clases de pintura "durante tres meses hace, por lo menos, 20 años", aunque tuvo que dejarlo "por trabajo". Durante este tiempo ha mantenido su afición latente, y ahora ha decidido retomarla con las clases de Menéndez. "Intento dibujar primero y luego pasar al pincel. Y a partir de ahí es cuando cambio cosas que no me gustan", relata sobre su último trabajo, un paisaje que comenzó a pintar hace meses y que está a punto de terminar.

Pero Martínez no es la única de las asistentes que pretende finalizar un proyecto ya empezado. Éste es el caso del diseñador gráfico Fernando Rico, quien se trae entre manos un trabajo "para el pueblo de Villabona" que prefiere no desvelar "por si no sale adelante". Rico decidió aprovechar las clases "porque ya conocía a Benjamín y sabía de su reputación a nivel nacional".

Hay espacio para todos y la progresión, dada la afición con la que se toman las clases, parece estar asegurada. "Pese a la edad, nunca es tarde si la dicha es buena. Hay grandes artistas que empezaron de jubilados", remata el maestro.