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El párroco reclama en Piedeloro mantener la tradición del toque de campanas en el templo

"Es nuestro patrimonio cultural, espero que el próximo año podamos seguir tocándolas", pide en la misa de San Blas

Feligreses ayer en el templo, con Edelmira González-Balsinde a la derecha de la imagen. I. G.

La fiesta en honor de San Blas que cada 3 de febrero celebran los vecinos de Piedeloro es una antigua tradición que mantiene unidos a los residentes. La devoción religiosa por el mártir se une a otras tradiciones como el repiqueteo de las campanas manual que cada año realiza Julián Rodríguez, subido al tejado del templo. El párroco José Manuel García ensalzó esa labor que cuida Rodríguez y lo defendió al finalizar los actos religiosos: "Es nuestro patrimonio cultural, espero que el próximo año podamos seguir tocando las campanas". Esa afirmación está estrechamente relacionada con la polémica surgida en Candás tras las quejas de un vecino a cuenta de las señales horarias que emite la iglesia de San Félix. El denunciante considera que el ruido de la melodía del Cristo es "insoportable" durante las noches y sus críticas han generado una firme oposición del resto de candasinos.

El párroco también agradeció la colaboración de los otros músicos presentes en la jornada en la que no faltó tampoco Edelmira González-Balsinde que ayer mismo cumplió 94 años. Acompañada de familiares, González-Balsinde calificó la fiesta de San Blas como "lo más grande". La cumpleañera estaba ilusionada no sólo por la misa, sino también porque minutos después celebraría con sus nietos y bisnietos la efeméride. "Le pedí al santo que me conserve como estoy, que no vaya a peor", afirma Edelmira, que con un pañuelo al cuello, relata la "fuerza" de San Blas para cuidar los dolores de garganta de los feligreses.

Ángela Vega también es de las fijas en esta celebración. Cuenta que el santo no sólo es "milagroso" con los problemas de garganta, sino también con el corazón. "Yo así se lo pedí y me lo concedió", expresa sonriente la vecina de San Zabornín, localidad de la parroquia de Piedeloro. Carmen Ovies es natural de Verdicio (Gozón), pero aún así no se pierde la misa y posterior procesión. "Estoy operada de la garganta y San Blas me ayudó", relata.

La misa comenzó puntual, al mediodía. Diez minutos antes, la gaita de Bras Rodrigo y el tambor de Xuan Pandiella ambientaban los exteriores del templo de Piedeloro. Al tiempo, Alfonso Morís lanza varios cohetes y más de un vecino agiliza el paso para no perderse detalle de la eucaristía. El gijonés Joaquín Pérez asiste desde hace tres años a los actos religiosos en la parroquia de Piedeloro y afirma que lo hace solo por devoción.

Juan Ramón González y Gabino González echaron por un momento la vista atrás y recordaron como hace unos cuarenta años, la fiesta de San Blas contaba con una romería. En la actualidad, hay misa, procesión y después un pincheo que ofrece la asociación de ganaderos y la comisión de festejos de Piedeloro en el centro de iniciativa rural.

La eucaristía concluyó después de que Bras Rodrigo y Xuan Pandiella interpretaran el himno de España y Morís lanzara cuatro voladores. Seguidamente, una procesión amenizada también con gaita y tambor recorrió los exteriores de la iglesia parroquial con el párroco José Manuel García a la cabeza y tras él, cuatro costaleros que portaban la imagen de San Blas. De nuevo, la comitiva volvió al templo para despedir los oficios religiosos. José Manuel García se subió al púlpito y agradeció a los asistentes su devoción por San Blas un año más y también tuvo tiempo para recordar a los músicos que tocaron en la ceremonia y defender el patrimonio cultural de las campanas de Piedeloro.

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