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Los topillos regresan, multiplicados por el buen tiempo, y arrasan en Sariego

Los roedores desesperan a los dueños de las pomaradas: "Es muy difícil luchar contra ellos, se reproducen rápido y por muchos que caces vuelven a aparecer"

Avelino Prida, ayer, junto a un árbol dañado en la finca de El Rebollar. MANUEL NOVAL MORO

La suavidad del invierno está causando estragos en las pomaradas de Sariego. La ausencia de heladas y frío facilita la proliferación, de forma exponencial, de los topillos de campo, pequeños roedores que viven en el subsuelo y atacan las raíces de los árboles. Éstos se vuelven más débiles y terminan por secarse o caer, echando al traste la producción de manzana.

Avelino Prida, responsable de la finca de El Rebollar, de la Corporación Masaveu, explica que hace unos ocho años hubo una temporada en la que salieron muchos topillos, y que en 2015 y 2016 se volvió a repetir, con daños considerables en los árboles. "Hay que tener en cuenta que una plaga se considera cuando hay 300 animales por hectárea, y aquí hemos tenido más de 1.000 por hectárea", aseguró.

La debilidad de los árboles causada por los roedores ha provocado que muchos árboles cayeran en el último temporal. Aunque es cierto que los vientos eran fuertes, también lo es que nunca hubieran derribado árboles sanos. En la finca de El Rebollar utilizan trampas para los animales y atrapan muchos al día, pero aún así su proliferación es tal que se hace imposible acabar con ellos. "Es muy difícil luchar contra ellos porque se reproducen muy rápido, y por muchos que caces vuelven a aparecer", explicó.

La hembra del topillo puede empezar a reproducirse un mes después de su nacimiento, y en cada parto, después de tan solo 21 días de gestación, tiene entre tres y diez crías. Con esta capacidad de reproducción, no es raro que se acaben convirtiendo en un problema. "Si lo atajas al principio, cuando empiezan a salir, puedes controlarlo, pero en cuanto proliferan es casi imposible acabar con ellos", dijo Prida.

Todos los sistemas no dañinos para el medio que se han probado, como las trampas o la inyección de gas en las galerías, han demostrado ser ineficaces porque no dan abasto cuando la población de topillos está muy extendida. Y los productos químicos que serían eficaces están prohibidos porque causan daño al subsuelo y también a otras especies animales.

Con todo, el buen tiempo del invierno es el gran problema en este caso. El frío merma mucho la reproducción de los animales. "La temperatura está siendo muy alta en los últimos inviernos, y eso es fatal; nunca había habido un tiempo así, el mes pasado se veían por ahí mariposas; que se adelante un poco la primavera puede ser normal, pero no lo es que haya mariposas en enero", dijo Prida.

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