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La poesía, arma de diversión

El alumnado de quinto de Primaria del colegio Celestino Montoto participa en un taller poético con Iván Suárez Parades con actuaciones, murales y música

Javier García baila con Iván Suárez Parades. Manuel Noval Moro

El profesor y poeta Iván Suárez Parades da clases en la localidad turolense de Cantavieja, donde lleva a cabo talleres de poesía para grupos de unos veinte niños. Esa experiencia, y su buena relación con el profesorado del colegio Celestino Montoto de Pola de Siero, le ha servido para probar con otro taller en el centro, que en cierto modo suponía un reto para él, porque se trataba de todo el alumnado de quinto curso de Primaria, en torno a setenta niños juntos en un solo espacio: el salón de actos del edificio.

El taller resultó todo un éxito no sólo porque los niños demostraron que, si se busca, la vena poética puede aparecer casi en cualquier persona , sino también porque compartieron otras muchas actividades y pasaron una mañana muy divertida. En primer lugar, hubo una actuación en la que participaron los niños, y seguidamente el poeta les dio a los chavales algunas recetas para escribir poesía.

A continuación, todos juntos elaboraron un largo mural sobre una larga tira de papel que los acompañaría a lo largo de toda la mañana de actividades, con pinceles, con las manos y con lo que su creatividad les permitió. Pasaron entonces a prácticas de relajación y meditación, y cada alumno elaboró un poema de temática libre.

Todos ellos escribieron sus poemas mirando en su interior , y hay que decir que surgieron muchísimos temas, desde los más mundanos, como la propia pereza de ir al colegio, hasta otros muy profundos como la muerte de seres queridos o el sufrimiento, pasando por asuntos como la libertad, el amor o la paz.

Y no faltaron la música y la diversión. El poeta animó a profesores y alumnos a sumarse al baile, y casi todos se animaron a levantarse de sus asientos y seguir el ritmo de las canciones.

Hasta que llegó el momento final, en el que los alumnos fueron subiendo uno a uno al escenario para recitar sus poemas. Todos estos recitados terminaban sin excepción con una sonora ovación de toda la concurrencia.

Al final, los niños se acercaron a la poesía -un mundo hacia el que la mayoría no suelen sentirse atraídos- con mucho entusiasmo, y todos acabaron la jornada muy contentos y satisfechos.

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