"Nos faltan tres meses para casarnos y pensábamos que todo iba bien". Así lo explica una de las novias que en cuestión de días ha visto cómo el enlace que soñó en el palacio Castiello de Selorio (Villaviciosa) se desvanecía por la cancelación repentina de todos los enlaces del verano. El recinto no tiene licencia para organizar bodas y, además, el porche del jardín en el que se celebran también se construyó sin el permiso municipal, una situación que a los actuales gestores pareció no importarles a la hora de contratar veintiséis bodas.

Buena parte de los contrayentes vive fuera de la región, incluso en el extranjero, y se enteraron "por un proveedor y por la prensa asturiana", explicó la primera afectada, a quien le duele especialmente "el trato recibido. Conocían la situación y vendieron el sitio sabiendo que no tenían licencia", añadió sobre el procedimiento de la empresa de "wedding planners" (planificadores de bodas) que se hizo con este servicio en Castiello de Selorio. Esta pareja, que se casa a principios de junio y prefiere ocultar su identidad, parece haber encontrado alternativa, pero ha tenido que "cambiar de iglesia y reorganizarlo todo. No podíamos trasladarla a otra fecha porque tenemos invitados que vienen del extranjero y ya tienen los billetes", explica la novia.

A la mujer le ha molestado el anuncio de la propietaria de Castiello de Selorio de que denunciará para obtener una indemnización. "Parece que a nosotros no nos corresponde nada", apunta, antes de rechazar que las víctimas sean propietario y gestores. "En el contrato hay cláusulas que indican que va a pasar algo", explica, antes de exponer otra queja manifestada por cada una de las seis parejas consultadas por este periódico: la falta de información. La empresa envió dos comunicados, pero no a todos, y la mayor parte de los afectados ha tenido que llamar de forma insistente para saber qué ocurría finalmente con su celebración.

Una vez que la empresa reconoció que las bodas de este verano no se podrían celebrar -a quienes se casan a finales de agosto o principios de septiembre no les daban una negativa definitiva y también están contratando bodas para 2018-, la opción que les dieron no fue satisfactoria. "Nos enviaron un documento en el que renunciamos a casarnos en Castiello de Selorio y a emprender acciones judiciales", explicó otra de las afectadas, para quien no se trata de una renuncia sino de una "cancelación" por parte de la empresa. En su caso, el novio vive en el extranjero y visitará España esta Semana Santa, por lo que ya tiene las invitaciones impresas.

Este es uno de los gastos "demostrables" que las parejas quieren recuperar, además de los 1.500 euros que cada una depositó para reservar la fecha elegida. Hay otros con peor demostración, como el kilometraje de los desplazamientos que realizaron los novios, primero a visitar el Castiello de Selorio y, ahora, a otros locales en los que están pidiendo el presupuesto, pues nadie quiere casarse en un lugar que no conoce.

Las gestiones con el párroco o las administraciones que vayan a oficiar la boda, la reubicación de los invitados que vienen de lejos y, por poner un ejemplo, la banda de jazz que había contratado una de las parejas son sólo algunos de los inconvenientes a los que se enfrentan.

Con todo, el trato y la "desinformación" son las cuestiones que más duelen a los futuros contrayentes, a quienes en alguno de los locales han asegurado que los gestores del palacio maliayés se están llevando un porcentaje por "reubicar" a las parejas.