"Estamos ya casi acostumbrados a que nos roben cada dos meses". Así de resignados se muestran los hosteleros del polígono industrial de Meres que en los últimos meses han visto cómo eran víctimas de asaltos y robos de madrugada en sus instalaciones. Visitas en las que los cacos tienen como objetivo las máquinas tragaperras como una fuente de dinero fácil y rápido.
Es el caso del restaurante La Venta La Flor, que hace apenas dos semanas sufrió su último robo. Los ladrones rompieron una de las ventanas que da a la terraza del local, entraron y se llevaron la recaudación de la máquina antes de que las fuerzas y cuerpos de seguridad llegaran alertados por las alarmas. "La verdad es que fueron muy finos porque abrieron la máquina sin apenas dañarla", explica el propietario.
Visita esta que llegó poco más de dos meses después de una anterior en la que el modus operandi fue diferente. "Cogieron la chapa de una alcantarilla y la utilizaron para reventar la máquina", explica el hombre que reconoce ya no saber qué hacer para evitar estos incidentes que, de momento no afectan al resto del local. "Como saben que tienen dos minutos como mucho, ni siquiera pasan para la zona de atrás", explica.
Sucesos a los que hay que añadir otros dos robos similares perpetrados en el mes de noviembre en el Bar La Esquina, situado en pleno corazón del polígono. "En las dos ocasiones entraron para llevarse la recaudación de las máquinas", explica la dueña del negocio que asegura no escatimar en medios para tratar de resolver una situación que de momento lleva un trimestre sin repetirse. "A la alarma tradicional le incorporamos una máquina de humo que en caso de que la alarma no cese se encarga de impedir la visibilidad a los ladrones", comenta la mujer.
Medidas a las que los afectados esperan que se sumen otras iniciativas por parte de la administración que garanticen la seguridad de una zona que suele ser muy apetecible para los ladrones por su cercanía a importantes vías de comunicación. "Es difícil cogerlos porque roban y en cuestión de segundos ya se te pueden plantar en la autovía o esconderse en un lugar apartado", sostiene uno de los afectados.
Entre las soluciones que plantean se encuentra un clásico: pedir un aumento de las patrullas y redoblar la presencia policial en la zona. Sugerencias que se espera sean atendidas como ya ocurrió en otras zonas del concejo en las que hubo series de robos y ahora parece estar el ambiente más apaciguado. "No hace tanto vimos que en Lugones había robos, pusieron cámaras y ahora parece que ya no hay tantos problemas", comenta Ignacio Fernández, un habitual de los bares de la zona, que considera "una consecuencia de blanda legislación" los frecuentes robos perpetrados en el municipio.
Otros planteamientos que se barajan son los de impulsar más medidas de seguridad colectivas para el polígono. Entre las propuestas está la de incorporar cámaras de seguridad que controlen todas las entradas a la zona industrial de manera que, en caso de robo, se puedan recurrir a las grabaciones para tratar de atrapar a los responsables. Propuesta que se ve más efectiva que otras como establecer personal de seguridad las 24 horas.
Unos hechos que muchos aseguran que no se limitan únicamente a los establecimientos hosteleros, sino que son habituales también en algunas naves, especialmente las abandonadas, que en casi siempre terminan desvalijadas. "Aprovechan el abandono para llevárselo todo y sacarle provecho", comenta un trabajador que pone como ejemplo otras instalaciones industriales de la zona como la de Joama, en la zona noreñense de Buenavista, que tras su cierre puede verse llena de butrones y con ventanas y todo tiempo de materiales arrancados para su reventa.
