El hostelero José María Álvarez ha sufrido dos robos y otro en grado de tentativa en menos de un mes. "Ya no sé qué hacer, no sé si cerrar por vacaciones o cualquier otra cosa, por momentos hasta me lo tomo a cachondeo", expresa el hostelero, cansado de una situación que conlleva "un enorme desgaste emocional" porque, "encima, los ladrones campan a sus anchas", se queja. En los dos robos sufridos calcula que ha perdido alrededor de 4.000 euros.

"Con el primer robo, calculo unos 2.000 euros de pérdidas, si se cuenta la colocación de una nueva puerta de cristal y la sustracción de la máquina registradora y de tabaco", explica Álvarez, que respiró cuando, en el segundo asalto, la Policía Local pilló in fraganti a los cacos cuando estaban forzando la cerradura de su negocio. La tercera vez fue similar a la primera.

"Me rompieron de nuevo la puerta -es de cristal-, se llevaron la recaudación de la máquina registradora y una caja de whisky, en total otros 2.000 euros", señaló el hostelero, que regenta un local entre las avenidas del Ferrocarril y Reina María Cristina.

Por suerte, dice, Álvarez cuenta con dinero en el banco para poder seguir adelante. "De lo contrario, estaría muriéndome de hambre porque esto no hay quien lo aguante.

Por eso prefiero tomármelo con humor", expresa Álvarez, momentos antes de mostrar el cartel que ha colocado en su puerta: un aviso a los posibles ladrones que se acerquen de nuevo a su local, que desborda ironía.

"Señores ladrones, les dejo la llave en un macetero, pero no me rompan la puerta más. Gracias", reza el cartel, que todos los clientes pueden ver al entrar en su negocio.

La última vez que Álvarez había sufrido un robo antes de los últimos fue hace ocho años. "De aquella me robaron la recaudación y dos cajas de whisky, y lo interpreté comon un caso aislado; ahora, tiempo después, me vienen tres de golpe, dos robos y un intento", destacó el hostelero, que considera que los cacos "no tienen miedo a nada". José María Álvarez critica la impunidad con la que los ladrones realizan sus fechorías, "ya que al día siguiente de detenerlos suelen estar sueltos, en la calle".

Con una gran incertidumbre sobre si volverá a ser objeto de un nuevo robo, José María Álvarez reclama más vigilancia nocturna y critica la indefensión de los hosteleros ante casos como los que ha sufrido en sus carnes. "Pagamos muchos impuestos, el seguro es caro y, en líneas generales, la situación es inaguantable porque vivimos casi en una situación de desamparo cuando nos ocurre algo así".