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Así es mi oficio

Pablo Cimadevilla se supo pronto cocinero

"La cocina es trabajo, pero a la vez es hobby", subraya el poleso, ganador del concurso de pinchos de Asturias

Pablo Cimadevilla se supo pronto cocinero

El poleso Pablo Cimadevilla, jefe de cocina del restaurante Medio Lleno, de Gijón, y flamante campeón del concurso de pinchos de Asturias, tuvo claro muy pronto que lo suyo era cocinar. Era casi un niño cuando empezó a cocinar en casa. De ayudar a su madre a hacer croquetas -"En mi casa siempre le gustó mucho cocinar a todo el mundo"- pasó a hacer sus primeros pinitos con la repostería, que era, asegura, lo que menos guerra daba a sus padres.

"Entonces no tenía claro que fuera a ser cocinero, simplemente me gustaba cocinar, pero en el instituto no era muy buen estudiante, y cuando acabé decidí empezar en la Escuela de Hostelería de Oviedo", relata.

Allí su afición por la cocina se convirtió ya en una pasión que conserva intacta hoy. Porque no le basta trabajar en el restaurante. Los días de descanso y buena parte de su tiempo libre lo dedica también a la cocina. "En casa leo libros de cocina, veo vídeos, trato de aprender de los buenos cocineros y también pienso nuevos platos que puedo hacer, este no es un trabajo al uso", asegura. "Los platos nuevos no te salen en el restaurante, porque allí estás cargado de trabajo; te suelen salir en casa o cuando estás de camino de un lado a otro". Y en su caso tampoco funciona lo de "en casa del herrero cuchara de palo". "Ya sea en casa o cuando nos juntamos los amigos, vayamos donde vayamos siempre acabo cocinando yo", dice, porque para él la cocina "es trabajo, pero a la vez es un hobby".

Actualmente está a gusto con su trabajo en el Medio Lleno, como lo estuvo en su anterior destino, La Tabla, también de Gijón, y al menos a corto plazo no tiene previsto abrir su propio restaurante. Pero como buen cocinero amante de lo que hace, no lo ha descartado definitivamente.

Ahora, la cocina oriental está entre sus preferencias. "Esto funciona mucho por modas, y ahora lo oriental gusta mucho, tienes que adaptarte", sostiene. Pero, por otra parte, "no se puede perder la base, los guisos y las cosas de siempre; nosotros hacemos muchas cosas de aquí". Su cocina se mueve entre dos mundos y los dos le gustan mucho.

Al margen de que sea la gente la que la demanda, la cocina oriental le gusta mucho personalmente, y buena prueba de ello fue el pincho ganador del concurso, lleno de sabores y texturas de Tailandia. A él, como a tantos, la cocina oriental lo ha conquistado por su gran riqueza, "por el contraste de sabores: dulce, amargo, salado, ácido". Gracias a que la distribución ha hecho pequeño el mundo y casi todos los productos se pueden conseguir, Pablo Cimadevilla puede traer el Oriente a su casa y ofrecérselo a sus comensales.

Pero los sabores de su infancia todavía resisten. En el altar de sus gustos, como en la canción de "Los Nikis", ha vencido la tortilla de patata. Es su plato favorito. "Lo prefiero a un bogavante; igual es porque mi madre siempre la hizo muy bien".

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