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El Nazareno que nunca llegó a la Pola

Santa Bárbara ocupa el altar destinado a un Cristo cuya falta es todo un misterio para los feligreses, deseosos de recuperar la Semana Santa

Pepu Barreo, ante el altar de la Soledad y el Cristo yacente, en Pola de Siero. MARIOLA MENÉNDEZ

El Nazareno, que ya tenía hasta su propio altar en la iglesia de San Pedro, nunca llegó a Pola de Siero y no se sabe por qué. Su lugar lo ocupa desde hace años una imagen de Santa Bárbara, que donó un sierense, frente al órgano del templo. Es una de las anécdotas que recuerda el poleso Pepu Barreo y que relata a LA NUEVA ESPAÑA, en vísperas de la Semana Santa que en la capital sierense quieren reimpulsar. En el altar que iba a ser para el Nazareno se pueden observar que sus elementos ornamentales hacen referencia a los distintos momentos de la Pasión de Cristo, sin alusiones a la santa que ahora ocupa su lugar.

Barreo fue monaguillo desde 1952 hasta 1956, cuando se fue para la mili. Por aquel entonces el párroco era José Fernández Pedrera, conocido como "El Regente", y encargó la construcción de dos altares, que se siguen conservando en la iglesia. Además del ya comentado del Nazareno que nunca llegó a la Pola, el segundo se ubica justo a la entrada al templo, a la izquierda, y está dedicado a la Dolorosa o Soledad y debajo está el Cristo yacente. Antes ocupaba el lugar el coro. Pepu Barreo explica que antes la imagen de la Virgen la guardaban en una caja y descubre que "sólo tiene un tubo, pie y torso". No es una escultura completa.

Blanca Somonte era la vecina que se encargaba de vestirla. Le solían colocar en Semana Santa el manto de terciopelo que lleva, porque "es el mejor que tenía". Pero las costumbres cambian y ahora consideran más adecuado vestirla los días clave con otro más antiguo, con decoración dorada.

El párroco José Fernández tenía previsto representar el desenclavo y descenso de Jesús de la cruz, como se había hecho décadas atrás (una tradición perdida), por eso adquirieron entonces un Cristo yacente, que se sigue conservando en el mismo altar que la Dolorosa; los clavos se guardaban en una caja en la Sacristía, recuerda Barreo.

"Pero el cura murió antes de que se hiciera la procesión del Santo Entierro", explica. Un par de años después, el nuevo párroco, Manuel Álvarez, y el coadjutor, Luis Valdés, sacaron adelante la procesión del Encuentro, entre la Virgen Dolorosa y el Cristo de Santa Ana, con gran devoción en Pola de Siero. Se hacía como recuperaron el año pasado, en la calle Celleruelo, cerca de la gasolinera. "La Virgen paraba ahí con las mujeres y al Cristo lo acompañaban los hombres. Después seguían las procesión tras el sermón", hacia Les Campes.

Conferencias por sexos

"No llevaban túnicas", recuerda quien antaño fue monaguillo y agrega que entonces aquellas procesiones tenían un gran reconocimiento, además había conferencias, para hombres por un lado, y para mujeres, por otro. Otro deseo que la muerte le frustró a José Fernández Pedrera fue aprovechar los brazos extendidos de la Virgen de la Milagrosa que estaba en el altar principal para que hiciera las veces de la Verónica. Pero tampoco pudo ser.

En Pola de Siero salían procesiones de Semana Santa hasta los años 60 del pasado siglo y el año pasado se trataron de recuperar la tradición con la del Encuentro, aunque la lluvia obligó a finalizar antes de tiempo el vía crucis. Así que los feligreses confían en que este Viernes Santo puedan cumplir sus deseos.

Este poleso argumenta que las últimas estaciones penitenciales que se organizaron en la Pola tenían lugar en Viernes Santo. Por la tarde era el Encuentro, entre la Soledad y el Cristo de Santa Ana, y por la noche, tenía lugar el Santo Entierro, con la misma Virgen y Jesús yacente, en una urna de cristal con madera pintada en plata portada por ocho hombres, como protagonistas. Las imágenes se compraron en un taller de Galicia y las costeó la parroquia.

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