El Museo de la Sidra de Asturias, en Nava, comenzó ayer la Semana Santa con un goteo constante de visitas a lo largo de toda la jornada y parece recuperar el pulso, tras unos largos meses sumido en una crisis de gestión y de ideas.

La mayoría de los visitantes que recalan estos días son de fuera de la región, y lo habitual es encontrarse grupos numerosos o matrimonios con hijos. Uno de estos matrimonios, el formado por Carmen Prado y César Marcos, visitó el museo naveto por primera vez con su hijo Pablo. Viven desde hace 18 años en la localidad de Salou, en Tarragona, aunque ambos son de origen asturiano. "Nuestro hijo ya nació allí, y venimos porque nos gusta que conozca sus raíces", explicaba César Marcos. Y el mundo de la sidra es casi inevitable cuando se habla de la cultura asturiana. "Salou es multicultural, y en los colegios es normal que los niños hablen de sus raíces, de la cultura de la que vienen; nuestro hijo, al venir aquí, tendrá algo que contar sobre su origen asturiano", dijo Carmen Prado.

Pablo estuvo ayer muy contento durante su recorrido por todo lo que ofrece el museo, y no dejó de probar sus dotes como escanciador. La familia conoció de primera mano un nuevo rincón, estrenado recientemente, que está dedicado a la Buena Cofradía de los Siceratores de Asturias, con una escultura de un escanciador casi a tamaño natural, ataviado con la montera picona y la capa que caracteriza a los miembros de la entidad, obra de una obra del escultor afincado en Nava Guillermo Lourido. La escultura está situada en la primera planta, junto al tonel que hermana a todos los lagares que participan en el Festival de la Sidra (julio), y con un panel en el que aparece, en letra grande, el juramento sobre la bebida que han de profesar los siceratores que se incorporan a la cofradía.

Un grupo procedente de Reinosa (Cantabria), formado por niños y adultos, visitó también ayer el museo, en este caso con la idea de completar los conocimientos que, tras reiteradas visitas a Asturias, ya tenían sobre el mundo de la sidra.

"Venimos muy a menudo a Asturias, y conocemos el mundo de la sidra; hasta escanciamos, aunque no somos expertos, nunca habíamos venido al museo y nos gusta, porque es una forma de conocer otras facetas de la sidra como la elaboración o la cultura, estamos muy contentos", dijo uno de los miembros del grupo, Francisco Del Barrio Antolín.

Los visitantes se fueron contentos después de probar a tocar la gaita o a escanciar, y de conocer lo difícil que es jugar a la rana. El museo espera estos días seguir recibiendo muchas visitas. Para los próximos días están previstos varios grupos grandes, y cabe esperar que lleguen de todas partes, movidos por el puente, grupos o familias de otras comunidades.