"Intentamos que no se pierda el oficio reconvirtiéndolo en hobby". Javier Palacios, presidente de la Asociación Amigos de la Madera "Les Forgaxes", reconoce que en Asturias ya no queda casi ningún tornero profesional que siga trabajando al modo tradicional. Así que en las VI Jornadas con la Madera que estos días se celebraron en Lugones quisieron dar a conocer tan noble trabajo y demostrar que con el torno se pueden hacer virguerías. Unos ejemplos son las que realizaron el irlandés Max Broxi y el inglés Jason Breach. Estos artistas internacionales compartieron con el público parte de sus destreza con demostraciones sobre su trabajo.

"En España hay pocos profesionales del torno", lamenta Javier Palacios, que argumentó que "la tornería murió cuando llegaron las máquinas de producción industrial y control numérico", lo que impidió el relevo generación porque no era rentable económicamente. Pero Palacios destaca que hay un interés creciente por el oficio. "Estamos ganando adeptos en España día a día", remarca orgulloso. Lo demuestra la circunstancia de que hace seis, cuando se creó la asociación, a penas había colectivos de este tipo en el país y ahora hay varios. El más numeroso es el de Amigos de la Madera "Les Forgaxes", que ronda los 90 miembros.

Javier Palacios también destaca el éxito de estas VI Jornadas con la Madera de Lugones porque "cada vez viene más gente de fuera" de Asturias para compartir experiencias. Han participado y asistido aficionados al torno de Baleares, Canarias, Andalucía, Madrid y el País Vasco. "La gran familia española se va incorporando", comenta, satisfecho.

Rodrigo Murias es un ejemplo de quienes disfrutan de este hobby. Su debilidad son la peonzas, de las que ayer expuso parte de su colección en la muestra de artículos, aunque el año pasado participó con otros juguetes de madera realizados con el torno. "Te lleva menos tiempo y haces piezas más rápidas", razón por la que esta práctica motiva más que otras. "Hay que recuperar este oficio perdido", apunta Murias.

Arturo Iglesias es de los pocos artesanos que aún quedan y siguen trabajando con una máquina con el mismo sistema que utilizaban los romanos. Lo forma una vara verde que hace de resorte y una correa que va enganchada al pedal con una vuelta alrededor de la pieza de arrastre, que permite que la pieza gire en dos sentidos, izquierda y derecha. También cree que es un "oficio ya desaparecido", pues "hoy en día es imposible competir". En Grandas de Salime lo recuperaron a mediados de los años 80, después de haberse perdido a mitad del siglo XX. Por aquel entonces, por ejemplo, la vajilla y otros utensilios de la cocina eran de madera y se hacían con el torno. Su demostración de cómo tornear una fiambrera captó la atención de muchos de los asistentes.

Otros, como Benjamín Castaño, prefirieron aprender talla en madera, arte del que hubo menos obras en la exposición de este año. "Estoy aprendiendo y con buen maestro no es difícil", apuntó sin soltar el formón.