La cebolla y para algunos gustos, mejor la cebolleta, se hacen indispensables en cualquier guiso o sofrito. No pueden faltar para darle ese gusto de la comida casera de toda la vida. Es una de las pocas hortalizas que se recogen ahora en la huerta asturiana, que se encuentra en plena transición. Lo apunta la agricultora Paula Cristóbal: "es el momento más crítico porque hay mucho que trabajar, pero poco que apañar". En estas fechas es cuando se empieza a plantar para recolectar en los próximos meses. Por lo que en este momento queda en la tierra poco más que fabones de mayo, arbejos y cebolleta.
Destaca de esta última que "es más tierna y fresca" que su hermana la cebolla, por lo que "vale para comer en ensalada o para cocinar con ella". Además, es un cultivo de invierno que se recoge en primavera, mientras que la cebolla se siembra entre noviembre y diciembre, se planta sobre marzo o abril y se recolecta en verano.
De la cebolleta, "más dulce y más suave", se pueden aprovechar hasta las cañas, aunque la mayoría lo desconoce y las tira. Paula Cristóbal, que ayer vendía varios manojos en su puesto del mercado de la Pola, aconseja "hacer un sofrito con ellas". Merece la pena probarlas.
Paula Cristóbal cultiva la cebolleta de forma ecológica, como el resto de productos de su huerta. Apunta que es una hortaliza que se da bien en Asturias y "lo peor que le sienta es el pedrisco, porque si tumba las cañas ya no crecen". Agrega que "este año tuvimos suerte". Eso sí, es una planta fuerte, de exterior, no de invernadero, que aguanta bien las heladas.
La cebolleta es un alimento con un escaso aporte calórico, porque su contenido en agua ronda el 90%. Destaca por su contenido de fibra y minerales. También es una fuente rica en potasio, magnesio y fósforo. Además, es alto su nivel de vitaminas del grupo B, como la B9 o ácido fólico, la B3 y la B6. Tiene otras propiedades saludables como los antioxidantes de los que es rica.
