El sacerdote Andrés Fernández Díaz es, para la asociación "Amigos del Roble", el "Personaje del año". Destacan de él méritos como "su demostrado amor a la villa de Pola de Siero, a sus gentes, a sus tradiciones populares, la danza prima, la procesión del Carmen, la procesión del Cristo de Santa Ana"... y, así, toda una retahíla de tradiciones polesas en las que siempre ha estado implicado y que ha vivido con el fevor necesario para ser merecedor de este reconocimiento. Además, destaca su labor en "el mantenimiento de los instrumentos tradicionales en las celebraciones religiosas y profanas".

Hijo de Mari Luz Díaz y José Manuel Fernández, nació el 31 de julio de 1973. Andrés Fernández Díaz se crió en la céntrica calle de la Soledad, de Pola de Siero, donde se empapó de la tradición y las costumbres de su localidad. En septiembre de 1989, con 14 años, entró en el Seminario de Oviedo para formarse como sacerdote. Se ordenó el 23 de mayo de 1999 en la catedral de la capital asturiana. Su primer destino fue durante un curso, como coadjutor en Sotrondio, a la vez que atendía Tarna y Pendones en el concejo de Caso. Posteriormente, compaginó sus obligaciones como párroco en varrias parroquias de Siero, y de vicecanciller y notario en el Arzobispado, con sus estudios para licenciarse en Derecho Canónico por la Universidad Pontificia de Salamanca. Es abogado rotal de la Rota de Madrid y fue nombrado vicario judicial adjunto en este Tribunal. Es el párroco de San Lázaro del Camino, Santiago de la Manjoya y de San Esteban de las Cruces, en Oviedo.

Además de reconocer a Andrés Fernández Díaz, la asociación "Amigos del Roble", de Pola de Siero, reconoce la "desinteresada labor y colaboración" con este colectivo de Ana María Álvarez Lagranda, así que la nombran y galardonan como "Chigrera del Año". Ambos tributos los reciben dos personas que, según "Amigos del Roble", llevan muy dentro el sentimiento poleso.