"¿Oído?" "¡Cocinaaaa!". Preguntaba el chef y respondían los pinches. Ésta era la clave para mantener el orden en la improvisada cocina en la que se convirtió ayer la biblioteca del colegio Santa Bárbara de Lugones, que trabajó con el ritmo, la limpieza y la destreza de los fogones de un estrella Michelín. Los alumnos de cuarto cambiaron lápices y cuadernos por el mandil y la tabla de cortar. Aunque para la mayoría suponía su primer acercamiento a la cocina, el resultado fue muy bueno, casi tanto como el sabor de los canelones elaborados por los "minichefs".
"La idea es que, además de tener un primer contacto con la cocina, aprendan a realizar un consumo responsable y valorar la relación calidad-precio de los productos", asegura el chef Sergio Buelga quien, junto a Silvia Camblor, dirigió con mano de hierro -y cuchara de palo- a los avezados pinches. "Los hay que tienen más soltura que otros, pero desde luego todos ponen muy buena actitud", destaca el cocinero.
El apetecible olor de los canelones salía por la ventana de la biblioteca y llegaba hasta el patio que, más que una zona de juegos, parecía el decorado bosque de Oma vizcaíno. ¿La culpa? De los alumnos de infantil, que emularon al pintor Agustín Ibarrola. "Está quedando muy guapo", aseguraban de su obra los propios niños que, como el resto del alumnado, estos días están viviendo unas jornadas lectivas muy especiales: "La semana cultural". Se lo saben bien, "porque mola más que las clases".
