Santiago García había estado tres días trabajando en su plantación de patatas en una finca de la localidad de Cotiellos, en la parroquia de Valdesoto, y al cuarto, cuando tenía ya el trabajo terminado, se encontró con que los jabalíes se la habían destrozado. De los seiscientos metros cuadrados de terreno en los que tenía plantados los tubérculos, no ha quedado ni una sola planta en pie. "Es desmoralizante, porque no hay nada que hacer, y después las indemnizaciones son ridículas; en la Consejería dicen que las solicitudes de indemnización se han reducido pero no es porque haya menos ataques sino todo lo contrario, es porque la gente está hasta las narices", dijo el damnificado.
García tiene junto a las patatas otros productos plantados, y teme que los jabalíes los ataquen también. Las medidas que se toman para atajarlos son cada vez más ineficaces. Los pastores eléctricos, por ejemplo, dice que no funcionan. Lo que nota ahora es que los animales "son más selectivos". Antes te encontrabas las fincas arrasadas, con destrozos sin control, ahora van a comer solo la parte que les gusta, seleccionan.
Santiago García pide que se controle más la población del jabalí, que se tomen medidas para controlar la fauna salvaje, que cada día se acerca más a los pueblos y cada vez entra con más saña en los sembrados.
El damnificado tiene otras fincas con sembrados en la localidad de Venta de Soto, y teme que los jabalíes puedan entrar allí también, porque cada vez aparecen en más sitios. Todos los agricultores tienen problemas con los suidos, y lo lógico sería, a su juicio, que se controlasen de forma eficaz.
Ahora, a su juicio, el control no se está haciendo eficazmente. "Yo llevo muchos años con la huerta pero con estas cosas se te quitan las ganas", dijo.
