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Las voces de Don Ángel suenan en la Pola

Casi 37 años después de su muerte, el legado de Émbil mantiene intacta su fuerza en Siero, donde creó escuela y una cantera inagotable

Ángel Émbil, dirigiendo una actuación. LNE

Ángel Émbil Ecenarro -en la Pola, Don Ángel- es, para muchos, una figura clave en el devenir de la cultura musical de la Pola. Han sido muchas las generaciones de polesos que pasaron por las manos del músico nacido en Zumaia (Guipúzcoa), que recaló en la villa en 1946 después de ser seleccionado por oposición para dirigir la banda de música y la academia de la Sociedad Siero Musical. La entidad celebra estos días la vigésima quinta edición del Memorial Ángel Émbil, una cita cultural y musical que quiere honrar su legado.

Todos los que tuvieron contacto con Don Ángel destacaron, además de sus aptitudes como músico, su extraordinaria perseverancia, su inquietud y su actividad incansable. Un buen ejemplo de ello fueron sus últimos años en la Pola.

Tras una etapa dorada que duró cerca de una década, el coro de Siero Musical se había disuelto en 1963. Y en 1969, tras dos años dirigiendo el Orfeón Condal, Ángel Émbil decide organizar un coro juvenil dentro de la Sociedad Siero Musical, con la intención de formar una cantera. En ese momento tiene 72 años. Y cuatro años más tarde preparó dos coros infantiles con los que dio numerosos conciertos. El hecho de que una persona de su edad decidiera hacerse cargo de la difícil formación de la cantera de la sociedad habla a las claras de su empeño.

De él puede decirse que fue músico hasta su último suspiro. En febrero de 1980, con 83 años, dirigió dos de los coros que participaron en el concurso de ochotes de la Pola. Émbil fallecería el 18 de junio de ese mismo año.

Según figura en la biografía que publicó la Sociedad Siero Musical junto con las partituras de su obra coral, Ángel Émbil formó ya parte del coro de la parroquia de su villa natal, donde comenzó sus estudios musicales, y tras el fallecimiento de su madre en 1907, llegó a Asturias en el año 1911, para estudiar interno en el Colegio de la Inmaculada de Gijón, donde continuó estudiando música. Su actividad comenzaría pronto. Sin finalizar los estudios de bachillerato, en 1914, ya se hizo responsable de los coros del colegio de los jesuitas, y a partir de 1920 comenzó a dirigir la banda de música del mismo centro.

Desde entonces, puso en marcha numerosas formaciones. En los años veinte fundó El Vergel, coro femenino de la Juventud Católica; en 1930 constituyó el Orfeón Gijonés, considerado uno de los mejores coros españoles de la República, y en 1930 creó una compañía de zarzuela que debuta en el Teatro Dindurra de Gijón con "Gigantes y cabezudos" y "Bohemios".

En aquellos años, Émbil dirigió coros y ochotes, trabajó como instrumentista de orquesta y de organista titular de la iglesia del Sagrado Corazón. Y la guerra no interrumpió su trabajo.

Su llegada a la Pola en 1946 inició una época dorada en la música de la villa, que tuvo su momento álgido en el año 1960, cuando el coro de Siero Musical ganó el primer premio en el certamen de habaneras de Torrevieja, una villa que, gracias a la música, está hermanada con la Pola.

Pero lo mejor fue que, tras el declive del coro, Don Ángel no se rindió y siguió luchando por sacarlo adelante. Hoy la Sociedad Siero Musical goza de buena salud, en buena parte, gracias a su herencia.

Maite Martínez Émbil, directora de la coral "Ángel Émbil" y nieta de Don Ángel, destaca una característica de la mentalidad de su abuelo que, a su juicio, ayudó al desarrollo de Siero Musical: "Él siempre decía que todos somos necesarios, pero nadie imprescindible", huía de divismos y trataba de que todo el mundo trabajase por el buen hacer del coro, sin personalismos. Esa mentalidad es la que hoy impera todavía en Siero Musical, y que ha contribuido a su buen hacer.

El maestro de música y fundador del grupo infantil Xentiquina Nacho Fonseca, que formó parte de uno de sus coros, atribuye a Don Ángel buena culpa de la alta cultura musical que hay en la Pola. "En la Pola todo el mundo canta, hay pocos sitios en los que en los bares la gente se suelte tanto a cantar, y que lo haga tan bien", subraya Fonseca, y en buena medida cree que se debe a que Èmbil enseñó a numerosas generaciones a apreciar la música popular asturiana. Fonseca destaca, asimismo, la alta calidad de las armonizaciones que Émbil hizo de algunas obras del cancionero asturiano, entre las que destaca "El chalaneru".

Ya sea por su música o por la continuación de su trabajo en Siero Musical, está claro que Don Ángel sigue vivo en la Pola.

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