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"Perdimos la esperanza", lamentan los vecinos afectados por los ruidos de la "Y"

Los residentes en el valle de Tamón reclaman la instalación de pantallas acústicas en la carretera y la sustitución del pavimento por asfalto

María Oliva Cuervo camina por el barrio de Cimavilla, en El Montico, con la autopista "Y" al fondo. I. G.

Juan Manuel León vive en Tabaza en una casa situada a siete metros de la autopista "Y". Como consecuencia de los ruidos que proceden de la carretera que une Avilés, Gijón y Oviedo ha perdido audición. "Ya perdí la esperanza en que tomen medidas contra el ruido", expresa Juan Manuel León, que tiene ventanas de doble acristalamiento en su vivienda, pero aún así sigue sintiendo el constante vaivén de coches y camiones. Pese a todo, León no duda en alzar la voz contra lo que considera "una gran injusticia".

"Tendré que cuidarme para si ver si veo cambios en la autopista", ironiza León que espera como agua de mayo que el Estado se acuerde de esta zona de Asturias a la hora de colocar pantallas acústicas que, al menos, minimicen el impacto del ruido. Su casa ha sufrido grietas y "suciedad permanente". "Al menos que sustituyan el pavimento de hormigón por asfalto", señala León, que confía en que la nueva medición de ruidos encargada por el Ayuntamiento en las zonas más afectadas sirva para. al menos, conseguir que el Ministerio de Medio Ambiente cambie de opinión y ejecute una actuación en las zonas de Carreño por las que circula la carretera que une las tres principales ciudades de la región. Juan Manuel León se ha puesto en contacto en varias ocasiones con la administración estatal, ha enviado cartas y quejas y ha recibido incluso una multa por construir un muro en su terreno y próximo a la carretera. "Llevo años en esto", expresa el vecino que habita en una de las casas próximas a la rotonda de Tabaza.

En el barrio de Cimavilla, en El Montico, el sentir de los vecinos es similar a los de Tabaza y buena parte del valle de Tamón. En esa pequeña aldea en la que habitan dos familias, también están cansadas. "Entre semana, el ruido es increíble pero ahora que llega el verano y hace sol, durante los fines de semana es imposible, no hay quien pare". Quien habla es María Oliva Cuervo, que aún recuerda cuando en 1974, año en que se casó la carretera estaba en obras. La autopista "Y" fue inaugurada en 1976 para unir los tráficos entre Avilés, Oviedo y Gijón y se construyó de hormigón dado el alto nivel de lluvias. "El hormigón tendría sentido entonces, pero no trae nada bueno, gasta las ruedas de los coches y trae más ruidos para nosotros", indica Cuervo, que vive en un "lugar tranquilo" en el que "no se descansa de noche y por el día a duras penas". "Además, la carretera está de pena, no invirtieron nada desde que se inauguró y visto lo visto, seguirá igual", expresó la vecina de Cimavilla, que dice estar "amargada" a cuenta de los ruidos de la autopista y duda seriamente que el Estado haga caso, "por una vez" a los vecinos e instale las esperadas pantallas acústicas que reducirían los decibelios.

A pocos metros de la casa de María Oliva Cuervo vive Marina Vázquez. "Por desgracia, estamos acostumbrados a este ruido constante, llevo aquí cuarenta o cuarenta y un años viviendo y al principio lo llevábamos mal, ahora sabemos que el problema está ahí", expresó Vázquez, que lamenta la situación en la que vive buena parte de los vecinos del valle de Tamón y también los de Trasona, en Corvera, a cuenta de la contaminación acústica. "Espero que algún día eliminen lo máximo posible los ruidos, con la colocación de pantallas o la medida que deseen, pero visto como están las cosas y que llevamos años y años de reclamaciones, no creo que yo vea esas mejoras", lamenta Vázquez, que ha perdido la esperanza.

Juan Manuel León, María Oliva Cuervo y Marina Vázquez son solo tres ejemplos de vecinos que día tras día sufren la contaminación acústica. "Ahí abajo -en una zona casi pegada a la autopista- hay una casa de una familia de La Calzada (Gijón) que vienen los fines de semana, entonces solo sufren el ruido esos días, a nosotros nos toca siempre", expresa Vázquez mientras se asoma a la quintana de su casa, cerca de unas plantas y, al fondo, la carretera con su constante paso de coches y camiones de gran tonelaje.

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