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MANUEL RAMÓN RODRÍGUEZ | Historiador e investigador, comisionado de la muestra sobre la conserva en el Antón

"El arte de la conserva está en evolución constante, hallé hasta una lata del Athletic"

"La colección no es un hobby, es una herramienta de trabajo para seguir investigando sobre la historia"

Manuel Ramón Rodríguez, "Monchu", es un historiador e investigador candasín que se ha especializado en la industria conservera y en todo el universo que le rodea, que abarca desde la cartelería hasta las latas y su impacto social en un pueblo netamente marinero. Es el comisario de la exposición "El arte enlatado" que se puede ver en el Museo Antón hasta el próximo 17 de septiembre. La muestra se centra entre los años 1911 y 1937, que son las fechas que marcaron el nacimiento y el fallecimiento del artista que da nombre al centro museístico candasín.

- ¿Cuándo comenzó a recopilar material vinculado a las conserveras?

-Cuando era un crío, recuerdo que era el año 1963 o 1964 y se tiró la fábrica de Herrero, donde se alza hoy el Marsol, y estaba la puerta abierta y nos colamos. Jugábamos con las latas y con las etiquetas. Treinta años después me llegó la afición. Más tarde estuve como director del Museo de la pesca y en el año 2000 entré en círculos de coleccionistas.

- Para iniciar su investigación, ¿de dónde le viene la afición por la conserva?

-Provengo de una familia de pescadores. Mi madre, mis tías, mis abuelos... está en el gen familiar. Mi abuelo ya gestionaba un barco de vapor y luego fue armador.

- Comenta que la conserva no se ciñe solo a abrir una lata y comer lo que hay en su interior...

-La industria conservera es mucho más. Implica la fábrica, las empresas, el cartonaje, la siderurgia que fabrica las planchas para las latas, los abrelatas, las cajas de madera y también el arte reflejado en la cartelería y las etiquetas. Es un universo.

- Hábleme de las etiquetas y los bocetos.

-Tienen una variada iconografía. Lo podemos comprobar en la exposición, que se centra solo en 26 años, de 1911 a 1937. El arte vinculado con la industria conservera está en constante evolución. Es más, hace poco encontré una lata hasta con el escudo del Athletic de Bilbao. Era un escaparate para artistas. Las fábricas contrataban a críos como dibujantes, como Germán Herrero, que más tarde se convirtieron en grandísimos cartelistas.

- La industria conservera tuvo su auge en los primeros años del siglo XIX. ¿Cómo de importante fue?

-Para hacerse una idea, por ejemplo, podemos hablar del primer transatlántico que partió del puerto del Musel en 1910 rumbo a América. Tal era la importancia de la industria en aquel entonces que ese barco de vapor transportó sidra y conservas de pescado. Ese barco abrió el mercado activo con el otro lado del océano.

- La exposición se ha organizado con motivo del 80.º aniversario del fallecimiento de Antón. ¿Qué vinculación tuvo con las conserveras?

-Cuando tenía catorce años Antón ya hacía carteles de conservas Albo porque era la fábrica más próxima a su casa. Posteriormente, ya trabajó con encargos de la conservera y realizó bocetos y carteles para esa fábrica.

- En la exposición llama la atención que algunas industrias conserveras asturianas tienen un nombre italiano como Aceique Salato.

-En los años veinte comienzan a asentarse conserveras sicilianas y se consolidan en Asturias. Comienzan a producir anchoa, que hasta la fecha era desconocida en el Cantábrico, y la fabrican para el mercado italiano. Fue una revolución.

- Candás tuvo una gran importancia en la industria conservera.

-En el ámbito asturiano fue donde más hubo. Llegó a haber catorce y es donde más material se conserva. En mi colección cuento con etiquetas, bocetos, sellos, latas. Participé en cursos para frenar la oxidación de las latas. Me interesa material conservero que no tiene porque estar vinculado con Candás. También del País Vasco, Santoña, Vigo...

- ¿Dónde encuentra esas joyas?

-En rastros, por internet... Poco a poco vas ganando experiencia y hay que aprender a saber valorar lo que algunos consideran chatarra de hace ochenta o noventa años. Hay gangas y también cartelería que puede llegar a costar 1.000 euros. Para mí, la colección no es un hobby, es una herramienta de trabajo para seguir investigando. Por citar un ejemplo, encontré unas latas de aceitunas rellenas de anchoa en un portal de internet que las vendían a 160 euros y por esperar, la acabé comprando por treinta. Era del año 1928 y perteneciente a la conservera "La pesquera del Norte de España", con sede en La Coruña y en Gijón.

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