Ni el párroco, ni la Cruz Roja ni los Servicios Sociales de Siero le convencen. César T. J., un vagabundo postrado en una silla de ruedas, prefiere quedarse bajo uno de los arcos del puente de acceso a la urbanización de La Fresneda. "Quiero estar aquí, tranquilo, que me dejen aquí. No quiero ayuda", insiste este ovetense de 47 años que prefiere el puente a un albergue. Su lastimoso estado y el hecho de que se encuentre en un sitio muy visible ha despertado la alarma vecinal.

Bajo el puente pasa las horas, dormitando, solo, frente a la transitada carretera. No le importa el ruido de los coches que pasan. Opta por seguir aquí, sentado en su silla de ruedas. A un lado, una botella de cerveza, y al otro, unas mantas. Dice que no quiere comer y no parece importarle no poder cambiarse de ropa. Lleva un chándal oscuro y unas zapatillas deportivas azules que parecen nuevas.

Hace unos días que el párroco le llevó al pórtico de la iglesia para que no sufriera las corriente bajo el puente estos días en los que hizo frío. El jueves fue trasladado al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) en ambulancia porque es una persona que necesita asistencia, pero pidió el alta voluntaria para regresar al puente de La Fresneda.

El viernes miembros de Cruz Roja, la Policía Local de Siero y la concejala de Bienestar Social, Natividad Álvarez, le visitaron para interesarse por su estado. Lograron convencerle para trasladarle al albergue Cano Conde de Oviedo. Pero ayer por la mañana ya había vuelto a este puente de La Fresneda. Asegura no haber vivido experiencias positivas en los albergues.

Al ser vecino de Oviedo, el Ayuntamiento de Siero está limitado a la hora de propocionarle determinados servicios asistenciales, así que ha informado al consistorio ovetense de la situación. César T. J. agradece la ayuda que le quieren prestar unos y otros, pero él prefiere que le "dejen tranquilo", dormitando en su puente.