"Necesita ayuda, tiene una depresión muy fuerte". Es la frase que refleja la preocupación que los vecinos de La Fresneda sienten por César T. J., el vagabundo que lleva varios días instalado con su silla de ruedas bajo uno de los arcos del puente de entrada a la urbanización, junto a un supermercado. El párroco, la Cruz Roja, los Servicios Sociales y los vecinos le han tendido la mano para prestarle ayuda, pero no la quiere. Este ovetense de 47 años sólo pide que le dejen tranquilo.

Reyes Roselló reside en La Fresneda y se percató de la presencia del hombre al pasar bajo el puente para acceder al área comercial. Al regresar, el hombre de la silla de ruedas seguía allí, con una bolsa en la que guardaba algo de ropa. Barajó que le hubieran abandonado y telefoneó al 112. Le comentaron que la Policía Local ya estaba al tanto de su presencia. No se conformó y pidió ayuda a otros vecinos. "Necesita curarse de la depresión tan profunda que tiene", apunta Roselló. Además, el hombre padece una enfermedad degenerativa que dificulta su movilidad, de ahí que use silla de ruedas. Pero al permanecer tanto tiempo en la misma posición le han salido escaras y fue trasladado al hospital el jueves. Pidió el alta voluntaria.

Tampoco quiso pasar más de una noche en el albergue Cano Conde de Oviedo, al que le trasladaron tras una ardua labor de convicción. "Hay que hilar entre el ofrecimiento de las posibilidades de ayuda, pero respetando su libertad", destaca Aurora Lores, presidenta de Cruz Roja. Apunta que muchos vagabundos rechazan los albergues porque prefieren estar a su aire y no someterse a sus horarios. Los miembros de Cruz Roja seguirán pendientes de él.

Mientras, los residentes de La Fresneda le ayudan llevándole comida, aunque "no quiere nada", apunta Reyes Roselló, que dice de él que es "educadísimo".