R. F. F., gijonesa de adopción y natural de León, de 37 años, acudió el pasado martes por la mañana a la pequeña cala de Los Curas, entre Carranques y Huelgues (Perlora), con su gato y su transportín. Eran aproximadamente las nueve de la mañana cuando la cremallera abierta de la bolsa que transportaba al animal permitió al felino salir a investigar al aire libre y merodear, guiado por su curiosidad natural, por el entorno de la playa de Los Curas. Dado que el animal no parecía conocer bien el terreno, comenzó a escalar por el pedrero y se refugió, quizá presa del miedo a los desconocidos, en un pequeño agujero que encontró entre las rocas.

Tras esa excursión, aparentemente inocua, comenzaron los nervios de los dueños del felino por la posible pérdida del animal y las llamadas a la Policía Local. Y así hasta las siete menos diez de la tarde, cuando los bomberos consiguieron rescatar al felino, que, presumiblemente, se encontraba aturdido.

Tras casi diez horas desde que comenzó el rescate, el animal pudo volver a Gijón con su dueña.

La propietaria del felino y varias personas que estaban en la playa telefonearon por tres veces a la Policía Local de Carreño; la última llamada fue registrada a las 17.45 horas.

Además, los bañistas decidieron llamar también por su cuenta a los bomberos, que se personaron en la zona con una escalera para intentar dar con el pequeño animal, casero y, por tanto, no habituado a moverse al aire libre a su libre albedrío.

La ordenanza municipal de Carreño que regula la presencia de animales en las playas se ciñe exclusivamente a la entrada de perros en los arenales, por lo que no cabe ninguna sanción económica a la propietaria, que solo quería pasar una soleada jornada en una playa de Carreño.

En el concejo de residencia de R. F. F., Gijón, la ordenanza relativa a las playas impide la presencia de perros durante los meses de verano, como en Carreño, pero también añade la imposibilidad de acceso a otros animales, epígrafe en el que entrarían los gatos, roedores o pequeños reptiles que las personas suelen tener en sus casas como mascotas.

Hubo personas que intentaron rescatar al animal, pero sin suerte. Las condiciones del pedrero, de difícil acceso y con numerosas aristas, impedía que los usuarios del arenal pudieran alcanzar el lugar donde se hallaba el felino excursionista, que horas antes se había escapado del transportín en el que permanecía antes de llegar a la playa.

Tras casi diez horas de operación, hubo personas que se preguntaron incluso si la propietaria del felino llegó a cometer una imprudencia por llevar a un animal casero a la playa, mientras que otros criticaron que la salida del equipo de bomberos del parque "cuesta un dinero que pagan todos los ciudadanos".