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La antigua devoción a la Virgen del Carmen

Aunque ya en el siglo XIII se celebraban cultos y procesiones en su honor, la capilla de Les Campes data de 1695

Reina y damas de las fiestas, en 1969, en la Casa de Cultura. R. M. M.

Hernán Piniella Iglesias acostumbra a echar la vista atrás para bucear en el pasado poleso. En esta ocasión, lo hace para detenerse y recordar cómo era el Carmín de ataño, empezando por el origen de la capilla y la devoción a la Virgen del Carmen, que viene de lejos. Cuenta que "ya en el siglo XIII se celebraban solemnes cultos y procesiones para buscar el favor de Dios en la honra de su madre".

En la víspera de la procesión se prendía una gran hoguera, que concentraba a devotos de distintas partes del concejo, "para buscar la expiación de las culpas y la petición de venturas o, cuando menos, para alejar la desventura de esta comarca", apunta Hernán Piniella. Cuando finalizaban los cultos divinos, los romeros bailaban unidos de las manos. "Así, a la caída de la tarde, antes de que la noche imposibilitara ver el camino de regreso a sus hogares, la danza prima era la dueña de Pola de Siero", destaca Piniella. Tras la misa y la procesión del domingo, el Grupo Folclórico y de Investigación "El Ventolín" sigue bailando la danza prima.

A finales del siglo XVII, en 1695, el matrimonio formado por María García y Andrés del Quintanal mandó construir una capilla a la advocación de la Virgen del Carmen, en la finca de su propiedad El Molinucu, ubicada en la zona de Les Campes, cerca del paso del Camino de Santiago. Fue el 17 de julio de 1695 cuando se celebró la primera misa del Carmen, recuerda Hernán Piniella. Fue seguida por gran cantidad de romeros, que abarrotaron la capilla. "Desde entonces se celebra el día del Carmen el siguiente domingo al 16 de julio, siempre que éste no caiga en domingo", indica. Se creó la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen y "antes de que el gallo anunciara la llegada del día siguiente al Carmen, ya había anotados 118 cofrades", destaca Piniella. Y eso a pesar de que suponía dar un donativo de tres reales de vellón, cuando un maestro cantero ganaba de aquella un real al mes, compara este estudioso de la historia local. Así y todo, antes de finalizar aquel año ya eran 152. Era un número importante porque entonces Pola de Siero tenía poco más de 200 vecinos. Hay que tener en cuenta que sólo se consideran como tal al cabeza de familia. Las viudas sin hijos varones contaban como medio vecino y, si tenían hijos hombres, no se las tenía en cuenta a efectos censales, explica Hernán Piniella. Así, había "un total de 796 almas, 636 de las cuales eran de confesión y comunión". La precaria situación económica hizo que la cuota se acabara bajando a un real.

La antigua talla de la Virgen se reemplazó por una imagen vestida sobre 1769, que es la que se conserva. Fue llevada en procesión solemne el 14 de julio de 1771 hasta la capilla de la plaza de Les Campes, que estaba situada donde ahora se canta la salve.

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