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Novedades e historia de la gran fiesta polesa del verano

Las tropas de Napoleón profanaron la capilla

Cartel de la edición de 1962, también de Alfonso Iglesias. R. M. M.

La invasión de las tropas napoleónicas se llevó por delante la capilla en 1813, recuerda Hernán Piniella. Explica que los polesos que hicieron prisioneros fueron conducidos al Palacio del Marqués de Marcenado, en cuyos antiguos jardines y patios se encuentra el actual parque Alfonso X el Sabio. Aquí, fueron torturados: los sujetaron por sus extremidades a unos caballos que, al responder al latigazo del verdugo, tiraban de ellos y los descuartizaban. "Se quiere creer que el rojo carmesí de los rosales del parque es un poco de aquella sangre de héroes derramada y nunca redimida", comenta este estudioso de la historia local.

No contentos, los franceses profanaron y saquearon la capilla, además de robar el cáliz y el sagrario. Por fortuna, "la imagen de Nuestra Señora, pudo ser rescatada poco antes del saqueo y ocultada en lugar seguro para ser luego expuesta en la iglesia parroquial al finalizar la guerra", destaca Piniella. En 1843 se llevó la imagen a la actual iglesia parroquial, donde ocupa un altar, en el que "reina sobre la fe de este pueblo".

La primera constancia de presencia de danzantes en la fiesta de la Virgen del Carmen en la plaza de Les Campes data de 1776. El Carmín de la Pola era "una romería paralela a lo divino para goce de lo profano", comenta Piniella. Recuerda que inicialmente se celebraba el martes siguiente al día del Carmen porque un sólo día, el dedicado a la Virgen del Carmen, no era suficiente para la gran cantidad de romeros que atraía tanta devoción. Así que se empezó a aprovechar la importante afluencia al mercado semanal para oficiar una misa cantada en la capilla de Les Campes. Después, "se daba rienda suelta a lo profano: sones de gaitas y tambores, clarinetes, violín rural y panderos, cantaraes y cántaras de sidra...", rememora el estudioso.

Por la tarde, en el práu de Buca y en el del Castañeu Llanu, se producía a "una gigantesca reunión familiar en una merendola de las que hacían época, donde el plato principal y obligatorio era la empanada de anguila, entre otras viandas, y mucha sidra", explica Hernán Piniella.

Como en toda romería que se precie, había "mucho jolgorio y un convite a la alegría desbordante que finalizaba con el crepúsculo cuando con las manos entrelazadas casi tanto como los corazones y al grito de '¡Viva la Virgen del Carmen!' se comenzaba a danzar con cierto aire místico como si los danzantes hubieran sido poseídos por el espíritu festivo de sus antepasados que bailaron antes que ellos esa misma danza, esos mismos sones y en ese mismo pueblo", prosigue.

Con el tiempo, aquella gran fiesta casi familiar fue creciendo hasta convertirse en la romería de Asturias que es hoy. Pasó a celebrarse el lunes, "lunes de Carmín". En el práu de la Sobatiella se concitan en cada edición miles de romeros con ganas de fiesta y de pasarlo fenomenal. El prólogo de esta gran merienda es el desfile hasta el recinto animado por charangas, así como bandas de música y gaitas. El desmesurado incremento de romeros a la romería obligó hace unos años a proceder al acotamiento de la finca para que los socios puedan reservar un buen lugar.

La devoción a la Virgen del Carmen en Pola de Siero sigue al alza, uniendo la religiosidad con lo lúdico.

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