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MANUEL ALBERTO ARAGÓN | Policía, mañana pregona de las fiestas de El Carbayu

"Antes los guajes estábamos metidos en el prau de principio a fin de El Carbayu"

"La fiesta lleva 91 años celebrándose en el mismo sitio gracias a la colaboración desinteresada de la familia 'los Pegus'"

Manuel Alberto Aragón, ayer, en Lugones. A. F. V.

De verbo fácil y mirada amable, de su boca, que nunca deja de esbozar una sonrisa, suenan repetitivamente los términos "aprender", "amistad" o "solidaridad". Asegura haberse hecho con ellos en la calle: a base de caídas en bicicleta, patadas al balón y, por qué no, de algún capón muchas veces -otras no- merecido. Y es que fue precisamente allí, desde la calle La Ciega, "cuando todavía era una caleya y los niños podían ir a donde quisieran sin ningún temor", donde este hoy inspector de la Policía Nacional que ha desarrollado misiones en Kosovo, Turquía, Haití y Nigeria se convirtió "en hombre". Mañana (20.00 horas), Manuel Alberto Aragón (Lugones, 1965) será el encargado de abrir las fiestas de El Carbayu con la lectura del pregón.

- Mañana le toca pregonar las fiestas de su pueblo. ¿Cómo siente esa responsabilidad?

-Para mí es un orgullo, un honor y un privilegio que me hayan aceptado como pregonero de las fiestas. Para un guaje de El Carbayu, como yo, no hay mayor privilegio que leer el pregón y poder transmitir el sentimiento que tengo por las fiestas a todos los asistentes. Además, espero que cale en el corazón de los presentes y mi mensaje llegue, especialmente, a los padres y los niños.

- ¿Por qué a ellos?

-Porque percibo que las fiestas ya no se viven como antes. Los niños no las disfrutan como lo hacíamos nosotros. Nada les llama la atención. Ahora están acostumbrados a ir a grandes parques de atracciones y unas fiestas no les sorprenden. Todo ha cambiado mucho. Antes los niños estábamos todo el día por la calle, con la bicicleta, jugando, incluso haciendo alguna gamberrada... Eso es algo que te ayudaba a hacer amigos, a aprender, a ser solidario... Hoy están todo el día en casa metidos con el móvil o el ordenador. A veces me pregunto qué va a ser de la salud de estas generaciones, que no hacen ni ejercicio.

- ¿Cómo vivía usted la fiesta de El Carbayu?

-Como lo mejor del mundo. Desde que llegaba el primer camión de la fiesta estábamos allí metidos todos los guajes, y no nos íbamos hasta que se marchaban todos los feriantes. Incluso después de la fiesta, a las nueve de la mañana del día siguiente, íbamos a ver qué quedaba por el prau. Encontrábamos alguna moneda, fichas de los coches de choque... Pero era todo compartido. Ahí aprendíamos a compartir. Aprendíamos de todo. En la fiesta hasta nos tenemos llevado algún capón, del que también aprendimos... Son unas fiestas que también han colaborado en forjarme como hombre.

- ¿Sus hijos la conocen?

-Por supuesto que la conocen. Siempre que puedo vengo con ellos, pero por supuesto que no la viven ni parecido a como yo lo hacía.

- Esta romería presume de ser la que más años lleva celebrándose en la misma ubicación de todo el Principado: 91 años. ¿Cómo lo explica?

-Por el compromiso desinteresado de una familia, "los Pegus", que llevan cediendo sus terrenos para la celebración de la fiesta desde hace casi un siglo. Además, es tal su apego por unas costumbres que para ellos ha primado más el desarrollo de la fiesta que cualquier tipo de transacción inmobiliaria en sus terrenos. Eso es algo de agradecer y que hay que valorar. Además, todo lo hacen como un servicio para el pueblo. Detrás de la organización de las fiestas hay mucho trabajo, reúnen a más de 20.000 personas, y todo sin ningún interés.

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