Las fiestas de Nuestra Señora del Buen Suceso, de Lugones, tienen a gala conservar el mismo emplazamiento que tenían el mismo día que se inauguraron allá por los principios del siglo veinte. "Es lo bueno que tiene, es la fiesta de toda la vida, no cambió nada, ni el sitio ni el sentir, sobre todo para la gente del pueblo, lo único que cambian son las barracas". Así lo expresaba ayer Chus Álvarez, que acudió con familia y amigos a participar en la merienda al mismo prado al que lleva viniendo toda la vida, nada menos que 43 años de fiesta. Como el de muchos lugonenses, su vínculo con El Carbayu viene de la fiesta y del colegio. Desde el lugar en el que escanciaba ayer sidra para sus amigos podía ver perfectamente el colegio en el que había pasado buena parte de su infancia.

La merienda de El Carbayu sigue igual que siempre, y quizá por eso tiene tanto éxito, porque a primera hora de la tarde es una fiesta muy familiar, a la que acude especialmente gente de Lugones y de las parroquias de alrededor. Roxana García, que acudió con su familia y con amigos, alababa precisamente esa condición familiar que no parecen tener otras fiestas cercanas. "Yo prefiero El Carbayu por eso, me parece más tranquila para estar con la familia", señaló.

Muchas fueron las familias que se acercaron a merendar, no sin antes pasar por el bollo y la botella de vino que repartía la comisión de festejos en la carpa. Nada menos que 3.000 bollos se repartieron ayer entre socios y colaboradores.

Pero el ambiente familiar no es el único que manda en El Carbayu. A primera hora de la tarde se vieron sobre todo familias, pero más tarde llegó la gente por millares a disfrutar de la verbena. Entre estos dos mundos estaba una pandilla de chicas jóvenes de Lugones, que aseguraron que no se pierden fiesta en Asturias, y mucho menos la de casa. "Venimos siempre, llueva o no llueva", explicaba Nerea Cerqueira.

Ellas fueron a la merienda pero dispuestas a quedarse hasta que el cuerpo aguantase. Y traían consigo a dos invitadas, Rosa García, de Madrid, y Julia Fiatola, de Marsella, que estuvieron encantadas de participar en una fiesta tan grande.

Además, para el día de la merienda, después de varias jornadas de mal tiempo, la lluvia hizo una tregua y hasta se dejaron asomar unos cuantos rayos de sol, que todo el mundo agradeció.

La Real Banda de Gaitas Ciudad de Oviedo amenizó la tarde, y la animación de la noche corrió a cargo de las orquestas Assia y Cinema. En medio de la verbena hubo un castillo de fuegos artificiales para despedir una de las grandes fiestas del verano. Acabada ésta (en la medianoche se tirarían los fuegos artificiales), Lugones mira ya a Santa Isabel, que está a la vuelta de la esquina.