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Un microuniverso dentro de Sebrayu

El bosque de bambú de Villaviciosa, del que se han talado 5.000 cañas, tiene ejemplares de más de veinte metros y una luz y un sonido peculiares

José Luis Llera, en el interior del bosque de bambú de Sebrayu. P. M.

Adentrarse en el bosque de bambú de Sebrayu, en Villaviciosa, es casi cruzar una frontera geográfica. La masa forestal lleva creciendo desde 1970 y antes de que comenzara la tala la semana pasada (para canalizar las obras de saneamiento del margen derecho de la ría) tenía una superficie de unos 2.000 metros cuadrados, con ejemplares que superan los 20 metros de altura y los 9 centímetros de diámetro.

Algunas partes están tan tupidas que apenas hay luz en su interior, y si el visitante cierra los ojos se potenciará el singular sonido que producen las finas cañas de bambú, con hojas sólo en la parte superior. Estos días se han escuchado también las motosierras que, por orden del Principado, han talado entre 4.000 y 5.000 cañas, según los cálculos del propietario de la finca, José Luis Llera López.

Ingeniero de minas jubilado, a sus 92 años se mueve con gran agilidad por una tierra en la que hace cincuenta años crecían el maíz y les fabes. "Era lo que se cultivaba. Salvo el aceite y el azúcar, que se compraba en la Villa, todo lo demás era propio", rememora Llera antes de apuntar que en este mismo terreno su familia tenía una mata de bambú que se empleaba para erguir algunos cultivos. También los pescadores de Lastres se desplazaban hasta Sebrayu para que Esteban Llera, su primo, les vendiera el bambú "cuando el bonito se pescaba con caña". Pero en 1970 la finca dejó de cultivarse, las cañas dejaron de tener control y el bambú se hizo con la extensión que ha tenido hasta ahora.

A la orilla del río Nabla, afluente de la ría de Villaviciosa, que el suelo tenga agua de forma constante ha favorecido la gran altura de algunas cañas y también una densidad tal que por varias zonas del bosque es imposible caminar. Pero hay varios accesos e incluso un pequeño sendero en su interior, lo que atrae a algunos vecinos y turistas a conocer tan peculiar ecosistema.

A José Luis Llera le duele la negativa de la Demarcación de Costas (con competencias en la zona porque hasta allí llega la influencia de la marea a través de la ría) para que el Principado pasara la canalización por la finca contigua al bosque, forzando una expropiación urgente por su terreno: "el río va a tener que cruzarlo igual y no puede tener un trato diferente cuando tan sólo hay diez metros de diferencia", lamenta el propietario, quien ve que en la finca anexa no se destruiría nada pero en la suya se amputa una parte del bosque de bambú, parte de la historia reciente de la localidad.

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