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"Tengo ilusión por conocer a Chuck Norris"

Manuel González, el taxista de El Berrón que protagonizó la película "Objetivo Braila", sueña ahora con viajar a América para visitar al actor, que está emparentado con la familia de su mujer, mexicana

Manuel González, junto a su taxi, en El Berrón. IRMA COLLÍN

"Espero jubilarme en dos años, ahora estoy casado con una chavala que es mexicana y tiene dos hermanos que cruzaron el río Bravo hará 35 años y viven en Houston, Texas. El hijo del hermano mayor está casado con una sobrina de Chuck Norris. Por eso quiero ir a América, es la ilusión que tengo", explica Manuel González, policía nacional retirado tras un accidente y taxista desde entonces. Pero por lo que González saltó a la fama fue por protagonizar el documental "Objetivo Braila", de José Antonio Quirós, en 2010. En esta película, González se embarcaba en una odisea homérica para encontrar a su amada, una prostituta rumana que tras trabajar en Asturias y convivir con él durante varios meses, regresó a su país.

"A José Luis Quirós (director del documental) hace muchos años que lo conozco con el taxi, de llevarlo a diario. Un día cenando en una sidrería en Gijón, con más amigos, me dijo: 'Aquella rumana que estaba tan buena, ¿qué fue de ella? ¿Por qué no vamos a verla?'. Y yo le dije: 'Yo pongo el coche. Si me lo pagas todo vamos para allá de vacaciones'. Así fue cómo surgió 'Objetivo Braila'", rememora González. Siete años han pasado desde entonces, y el protagonista de aquel viaje cinematográfico, que al final no tuvo el resultado esperado, sigue siendo el mismo. "Después traje cuatro candidatas a esposa de Rusia, a través de una chica que conocí en el taxi que me puso en contacto con ellas. Pero ninguno de esos intentos funcionó. El choque cultural es demasiado grande. Las rusas, en mi experiencia, son muy cultas, tienen mal carácter y de cocinar o limpiar no tienen ni idea", cuenta el taxista, que después por fin encontró la tan buscada compañía.

Pero no todo en la vida de Manuel González ha girado en torno al plano sentimental. Durante su vida ha cultivado múltiples facetas. Todo comenzó cuando entró a los 18 años en la Brigada Paracaidista. "Había un anuncio por la tele en el que salía un cabo de la Brigada de Paracaidistas, en una cafetería, cogiendo a una moza por la cintura. Se me cruzaron los cables y me metí. De aquella, la mayoría de edad eran los 21 años, y yo tenía 18, pero mi padre me dio la autorización para que me fuera. Ahí me hicieron un paisano, fue lo mejor que hice. Si fuera gobernante en este país obligaba a todo el mundo de 18 a 20 años a estar tres meses obligatorio en la Brigada Paracaidista. El Ejército es una comedia en comparación", apostilla. De este periodo de "paraca" recuerda una anécdota. "El primer salto en paracaídas que hice después de tener el título fue en pleno verano, en Alcalá de Henares. Había comido una fabada muy rara, y teníamos que coger el avión de noche. Vomité en medio de la pista, me encontraba muy mal. El general me dijo que no saltara, pero los compañeros me empezaron a llamar rajado. Entonces pasó por allí el comandante y me metieron en medio del pelotón. Salté con el general de la brigada José García Manuel y luego con dos personas muy famosas, el coronel Milans del Bosch y Luis Torres Rojas (dos de los militares golpistas del 23-F). Salté en medio de ellos como un juguete", relata este taxista.

Después llegarían sus tiempos en la Policía Nacional. "Como soy un poco aventurero fui al País Vasco en la época dura de ETA, fue a los pocos días del 23-F. Después de jubilarme por el accidente que tuve, me metí en el peor gremio que hay en España. El del taxi", comenta González. Tuvo que retirarse del servicio policial al sufrir un accidente de coche. Tras esto se reconvirtió a un nuevo oficio, que le ha reportado más penas que alegrías. "En la Policía hay buena gente, en el taxi esto está lleno de gente envidiosa y cotilla. Aquí, en Asturias, me pusieron el nombre de 'El Pistolas', porque venía de la Policía. Me resbala totalmente. Me río de todos los taxistas de Asturias", clama.

González, que se describe como "un comediante, pero con disciplina", ha visto cómo el taxi le llevó a relacionarse con un sector, la prostitución, que podría chocar con esos valores que defiende. "Cada mujer que haga lo que quiera con su cuerpo. Eso de que hay muchas mafias yo discrepo. He trabajado mucho para el club más grande de Asturias, el que más dinero movía y yo no conocí a ningún chulo, macarra ni banda organizada. La mayoría lo hacen de forma independiente, con el objetivo de mantener a su familia, como cualquier otro trabajo", asegura. Por ello considera que se trata de un problema de política. "Como todo en España, no hay un político que haga algo al derechas. Yo comparto la política del Partido Republicano de los Estados Unidos o la de Margaret Thatcher en su momento en Gran Bretaña", confiesa.

A pesar de ver "un panorama poco alentador", tiene pensado retirarse en Asturias e intentar hacer sus pinitos como actor. "Ya me ofrecieron hace unos años trabajar en una coproducción hispano-francesa que se rodaba en la Patagonia. Iba a salir con Joaquim de Almeida. Fue una pena que la cosa se complicase", dice.

Ahora mismo, Manuel González tiene un asunto entre ceja y ceja: el aumento del patrimonio del alcalde de Siero, el socialista Ángel Antonio García, "Cepi". "Tenemos un alcalde muy competente, muy inteligente. Si diera clases particulares me gustaría acudir a alguna. Yo llevo 40 años trabajando y te digo que gano más que él. ¿Cómo un hombre que era peón en la Central Lechera puede tener un patrimonio de 400.000 euros?", asevera. Y luego sentencia: "Eso de 'tanto tienes, tanto vales', es una verdad como un templo".

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