La fiesta de Santolaya ha convertido su modestia en una seña de identidad. Nació con vocación de servir a su pueblo como nexo de unión entre generaciones y lo ha conseguido plenamente. Participa en ella gente de todas las generaciones, y una de las citas que se ha convertido en obligatoria para todos es la paella del domingo.
Además, dada la vinculación que la mayoría de los organizadores tiene con la Pola -muchos viven y tienen sus amistades allí-, y para evitar que el alcohol al volante sea un problema, desde un principio ha habido un servicio de autobús nocturno desde la capital del concejo hasta la fiesta, que es ya necesario, casi obligatorio, para que ésta funcione.
