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"¿Cómo van a venir los turistas?", clama la Pola ante el deterioro del casco urbano

La despoblación del núcleo originario de la localidad deriva en maleza, pintadas y ruina de edificios: la casa donde durmió Jovellanos se cae

Un sillón abandonado en plena calle de los Peligros, con varios edificios vacíos y en ruina. M. M.

Los polesos lamentan el deterioro que desde hace años sufre el casco histórico de su localidad. La mayoría de las casas están deshabitadas, hay demasiados edificios en ruina y solares tomados por la maleza y la basura. Las pintadas empeoran aún más la estética de los inmuebles del núcleo donde nació Pola de Siero. Sólo sobreviven algunos discobares que dan vida al casco antiguo, que fue el eje comercial de la capital sierense hace años. Poco (o nada) queda de aquel esplendor que añoran algunos vecinos como Marisalva Prieto.

Esta vecina sigue viviendo en Les Campes (la zona antigua que mejor se conserva y más cuidada está), en la casa que perteneció a sus bisabuelos, por lo que conoce bien que cualquier tiempo pasado fue mejor para el caso histórico de la Pola. "¿Cómo vas a traer a los turistas aquí?", lamenta Prieto en plena calle Santa Ana, junto a un edificio en ruina del siglo XVIII, en el que estaba el Nuevo Mesón o Mesón de Centi. Aquí dieron alojamiento al mismísimo Gaspar Melchor Jovellanos en su última ruta a Covadonga desde Gijón, acompañado de su séquito. Aún hoy se conserva un antiguo amarre para los caballos. Este edificio "es una referencia del patrimonio de la Pola", destaca esta estudiosa de la historia del concejo.

En las inmediaciones, recuerda Marisalva Prieto, se encontraba el Bombé, que era "donde se recogían a los caballos y mulas buenas". Por lo que no es de extrañar encontrar aún referencias a aquellas caballerizas, pues en la misma calle Santa Ana había una herrería y lo recuerda el nombre de un discobar, La Ferrería. Ya en la calle Pelayo, había otra y un almacén de piensos, donde se obtenía parte del alimento de los caballos que se cobijaban en el Bombé. "Era un espacio muy importante en la Pola, hasta el extremo de que hay una canción muy antigua que seguimos cantando los polesos", explica Marisalva Prieto. Reza así: "Que viva Siero, que es mi pueblo. Viva Les Campes, con gran placer. Y ponerle una corona en el Bombé, donde está Nico el de Pachuché". Este hombre era un chigrero muy popular entre los polesos. Regentaba el bar "El Pozu", nombre que conserva aún el local de hostelería que aquí sigue. Pues precisamente son los hosteleros y sus clientes los que siguen dando algo de viva al casco antiguo de Pola de Siero, donde a penas quedan ya vecinos y los que lo hacen, conviven entre edificios en ruinas. Entre pintada y pintada, con más valor reivindicativo que artístico, pues la mayoría no llegan ni a "graffiti", no es de extraño que el viandante se encuentre hasta con un par de sofás viejos y mugrientos que casi hasta se mimetizan con este deteriorado paisaje. Uno, a la entrada del solar, lleno de maleza, que formaba parte del Bombé y desde el que se siguen divisando algunos de sus gruesos muros que aún recuerda Marisalva Prieto. Otro, en la calle Peligros. Ninguno invitan a sentarse.

"Viendo todo esto surgió mi lucha por el casco antiguo de Pola de Siero", justifica esta polesa de Les Campes tras un paseo por la zona. Explica que parte del recorrido se realiza actualmente por la parte en la discurre soterrado el río Los Penitentes, afluente del Nora. Desde Les Campes, por la calle El Acebo, se llega hasta la calle de Los Peligros. Por aquí pasaba el antiguo Camino Real de Villaviciosa a Oviedo. Antaño fue el "camino mercantil o comercial de la Pola". Tampoco hay que olvidar la gran actividad gremial que había en Les Campes. En las inmediaciones había una casa fortaleza, cerca de el Bombé. Aquí era donde los vecinos tenían que dejar las peticiones, como calzado o comestibles, que les hacían para los soldados de la primera guerra carlista.

Este deterioro del casco antiguo de Pola de Siero deriva de su despoblación, con el fallecimiento paulativo de sus vecinos, de bastante edad. El problema empezó a surgir cuando estas viviendas que se iban quedando vacías no se lograron recuperar. El abandono ha ido pasando factura a los inmuebles. Hace años, hubo hosteleros que montaron sus negocios en antiguos edificios de viviendas, que ya no estaban habitadas, aprovechando la distribución típica asturiana de una gran cocina en la planta baja de la casa. Algunos de ellos también han cerrado y el caso histórico de Pola de Siero se va quedando cada vez con menos vida y ambiente.

Carteles con poco éxito, por la crisis del sector inmobiliario y la construcción, cuelgan de la fachada de algunos edificios como el del antaño Mesón Nuevo o Mesón de Centi ofreciendo una promoción de apartamentos y duplex con calidades de lujo desde 68.109 euros. En este inmueble, después de ser mesón, se convirtió en edificio de pisos, que llegó a albergar hasta una decena de familias.

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