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Una fábrica de cerveza pone la alternativa a la sidra a pocos metros del museo de Nava

"No compito", dice el ingeniero Seve Pandiella, que prepara con el lagarero Francisco Ordóñez una fusión de las bebidas

Cristina González Vega, en la barra

La sidra no está sola en Nava. A la producción de la bebida señera en el municipio le ha salido una hermana: la cerveza. A unos pocos metros del Museo de la Sidra de Asturias, en pleno centro de la localidad, el ingeniero químico Seve Pandiella ha puesto en marcha una fábrica de cerveza artesana con la que pretende ampliar la variedad de bebidas ofrecida en el territorio.

Pandiella trabajaba como profesor en el departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Manchester cuando decidió poner en marcha la cervecería. Pidió, entonces, una subvención a la línea europea Leader para hacer una cerveza artesana que finalmente le concedieron y se puso manos a la obra.

Por más que la cervecería esté radicada en una zona esencialmente sidrera, su promotor, amante también de la sidra, sostiene que ambos productos no chocan. "No compito con ellos", asegura. De hecho, lo que más le gusta de su fábrica de cerveza es que sus dimensiones le permiten probar y experimentar, y entre estas innovaciones tiene previsto hacer, junto con su amigo Francisco Ordóñez, del lagar Viuda de Angelón, un híbrido entre la sidra y la cerveza que podría salir al mercado el próximo año.

Pero lo suyo ha sido siempre la cerveza. Su primer trabajo como ingeniero químico fue, precisamente, una investigación cervecera en Inglaterra, y posteriormente hizo el doctorado en colaboración con la empresa El Águila Negra, radicada en Colloto, en su última etapa antes del cierre. "Se portaron muy bien conmigo", relata. Su intención es tener una fotografía de la fábrica en la zona de bar de su establecimiento.

Porque, aunque las instalaciones son principalmente una fábrica, hay una zona con una barra, sillas y mesas, que funcionará como bar. Tiene ya la licencia para abrirlo, pero todavía está considerando cómo lo gestionará. Uno de los atractivos del bar está en que está separado de la fábrica por grandes cristaleras, con lo que cuando uno se toma su cerveza puede ver los bidones, las máquinas de envasado, limpieza y etiquetado y hasta el almacén donde se acumulan las botellas.

Seve Pandiella sacará, por el momento, tres cervezas bajo la marca Laurea, con características muy peculiares. "Si eres un productor pequeño no tiene sentido sacar una cerveza igual que las demás, que se parezca a San Miguel o a una cerveza belga, hay que hacer algo singular", sostiene. Con esta premisa, lanzará una cerveza tostada, una de trigo y la más original, una de maíz, inédita hasta ahora, que tiene previsto que salga antes de terminar el año.

"A mí me gusta experimentar, y se me ocurrió probar con el maíz blanco que se produce aquí, maíz autóctono de Bimenes; el resultado es una cerveza muy afrutada y suave, tipo Shandy, que creo que va a gustar", señal.

Seve Pandiella ha hecho una cata con setenta personas para elegir sus primeras cervezas, y entre las opciones que les dio, eligió las más aceptadas.

Es consciente, no obstante, de que sus propuestas pueden no cuajar, pero esa es la ventaja de su cervecería. Dado su bajo volumen de producción, puede probar con una línea, seguir con ella si funciona y, en caso de que no lo haga, descartarla e intentarlo por otro lado.

Una de las ventajas de la cerveza es, precisamente, la enorme posibilidad de combinaciones que tiene con los ingredientes. "No es como la sidra, que está hecha con manzana; aquí hay muchas opciones para mezclar los ingredientes; eso sí, no vale probar de cualquier manera, tienes que tener un concepto", asegura.

Él lo tiene, y está dispuesto a hacerse un hueco en el exquisito mundo de los paladares cerveceros por más que su propuesta sea una isla en el territorio de la sidra.

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