Los sierenses derrochan originalidad a la hora de dar el sí quiero. Algunos no quieren renunciar a su pasión ni en su boda y tratan de integrarla en uno de los días más importantes de su vida. El concejal de Administración Municipal, Alberto Pajares, destaca que una de las más originales que recuerda es la de una pareja de moteros, a quienes sus amigos acompañaron llenando la plaza del Palacio Marqués de Santa Cruz en Pola de Siero de los rugidos de sus motos, que sustituyeron al tradicional arroz. Para asistir al enlace civil, nada de vestir de tiros largos. El atuendo motero fue el que se impuso, excepto en los protagonistas del enlace, que optaron por un traje informal, él, y, ella, un vestido de calle, corto y en azul celeste.

La edil de Educación y Cultura, Aurora Cienfuegos, se llevó una gran sorpresa cuando vio aparecer a los contrayentes subidos en un carro del país, tirado por vacas, y ellos ataviados con el traje regional. Ella, de llanisca y él, de porruano.

Alberto Pajares reconoce que anécdotas hay muchas, y tratan de atender las demandas de los novios. Por ejemplo, hay quien pide el ritual de la arena, que simboliza la unión eterna de los contrayentes. No está muy clara su procedencia, pero parte de la tradición de que cada uno de los novios aporta arena de su lugar de origen para mezclarla en un recipiente conjunto. Una vez unidas no se separan jamás, como así esperan los novios de su unión. Muchos optan por que los gaiteros les acompañen en su día, pero hay quien elige un coro rociero.

Otra anécdota nupcial que recuerda el concejal de Administración Municipal se refiere a un día en el que estaba en la carretera, subiendo al Fitu, en el Sueve, cuando un conocido le llamó y le preguntó "qué tenía que hacer el 14 de septiembre, a ver si casaba a su hija".

Un dato destacable es que las bodas civiles en Siero están al alza. Este año, contando con las que se oficiarán este mes, van 41, mientras que a lo largo del pasado se celebraron 44. En 2017 está habiendo menos uniones de hecho, pues suman 19 frente a las 37 de 2016, y también crecen los actos de bienvenida a la ciudadanía ("bautizos civiles"), pues si el año pasado sólo hubo uno, éste ya se celebraron cinco.

Entre los enlaces oficiados en 2017 destacó también el del alcalde de Siero, Ángel García. Fue el concejal del PINSI, Juan Camino, el más veterano de la corporación, quien ejerció de maestro de ceremonias. "A esi no lu descasa ni Dios", bromea el edil, que presume de que de las más de 50 parejas que lleva casadas, sólo a una el amor no le duró para toda la vida. Camino también tiene historias para rato. En su memoria guarda a la pareja gay que casó y con quienes se fue al convite, y aquella que no quiso ponerse los anillos.

A Juan Camino le sorprendió el atuendo de un novio, que "iba de etiqueta, pero con pantalón corto". Resultó que era el hijo de un primo suyo y él lo desconocía. Otra que le impactó fue una boda gitana, por su pomposidad, y a dos contrayentes que iban en segundas nupcias les espetó: "¿pero no escarmentásteis?" No es extraño, pues en la mayoría de las parejas que se casan civilmente en Siero uno de sus miembros ya se había casado previamente. Así que muchos llegan con sus hijos.

Alberto Pajares destaca que oficiar la ceremonia significa "participar en uno de los días más importantes en la vida de la gente". Explica que hacen hincapié a los novios en "la igualdad y libertad de los contrayentes", como una medida de lucha contra la violencia de género.

Se les invita a copa de champán para brindar y se les entrega una reproducción de la fachada del Ayuntamiento.